El gran éxodo veraniego está a punto de comenzar y con él otra vez los atascos, los viajeros sotando en las terminales aéreas con resignación los retrasos o las cancelaciones de los vuelos reservados desde hace meses aquello del ahorro. Las esperadas y necesarias vacaciones llevarán a los españoles a las costas, a la montaña o a la casa familiar del pueblo.
Turismo verde, cultural o sple ‘far niente'. Pero en uno u otro lugar, en España o en el extranjero, estas vacaciones llegan en mal momento. La crisis ahoga y todos tenemos que apretarnos el cinturón. La hipoteca es prioritaria y el futuro no se presenta halagüeño. El paro, la verdadera máscara de la crisis, vuelve a amenazar a las familias españolas y el que más y el que menos cuenta los euros antes de hacer algún exceso. Lejos, demasiado lejos, quedan los años en que los españoles disfrutábamos de un mes vacacional entero. Ahora las costumbres son otras. A lo sumo, quince días para dejar en la reserva otra quincena para fechas menos agobiantes y más baratas. Es la nueva moda, las vacaciones de invierno. Unos para sacar partido a los esquís recién comprados aunque la nieve cada vez llega más tarde culpa del cambio clático y otros para realizar ese viaje a países exóticos tan de moda en la actualidad.
Los sociólogos y demás expertos sacarán conclusiones que expliquen esta nueva forma de dividir las vacaciones, pero lo cierto es que la economía es la que decide el ‘modus operandi' vacacional. La economía y la manera de conciliar la vida familiar con las vacaciones de todos, incluidas las de los hijos en edad escolar. Cómo ven, las vacaciones tienen su cara y su cruz. La cara del descanso y la cruz de que en la maleta también cargamos con los problemas sin resolver. Septiembre está, como quien dice, a la vuelta de la esquina y cada vez son más los padres que se reservan unos días para organizar la vuelta al cole sin agobios laborales. Los ciudadanos de a pie, como los políticos que nos gobiernan, nos vamos con algunos deberes sin hacer. De cualquier forma, ni estas ni otras reflexiones deben empañar el disfrute de las necesarias y merecidas vacaciones.
Al fin y al cabo, todos estos problemillas pueden esperar y forman parte de la vida cotidiana y a lo mejor al regreso, atascos incluidos, el Banco Central Europeo ha bajado los tipos de interés, la inflación deja de subir en globo, el paro empieza a arreglarse y los pisos estabilizan sus precios a la baja y nos dan un respiro, que buena falta nos hace. En definitiva, felices vacaciones para todos. Nosotros, el periódico GENTE, también nos vamos de vacaciones hasta el cinco de septiembre, fecha en la que volveremos a estar con todos ustedes Y como todos los años y para que agosto sea un mes feliz, un deseo. Sean prudentes en la carretera y respeten las reglas.
CONCHA MINGUELA, DIRECTORA DE ‘GENTE EN MADRID'
