Gana puestos entre los más odiados. La lista la elabora El Mundo, con algunas correcciones, supongo, para que no incluya gentes próxas al diario, o su propio director. Sorprende, ejemplo, que no figure Federico Jénez Losantos, no que haya motivo para el odio, sino la labor que hacen contra él las teles de la progresía y los micrófonos sectarios.
Este es un país de odios africanos, y de amores repentinos. Aquí pasamos con mucha facilidad del deseo de crucifixión a la santificación. Así que cualquier día veremos en el beaterio a Belén Esteban. Basta con que caiga en la desgracia, en una desgracia personal. Por su bien, es mejor que la odiemos, que el precio que exige el pueblo para pasar de un dolor al otro es harto caro. En esta últa semana de la vida política Zapatero tiene la otunidad de ganar puestos en el ránking de los odiados. Luego será tarde. Luego todo estará congelado agosto, inmóvil las temperaturas y las presiones altas. Y cuando llegue septiembre el dinosaurio del paro seguirá allí, vivo. Pero es mejor dejarlo todo para entonces, y seguir entretenidos con esa lista de odiados que son, es curioso, los habitantes de la prensa del corazón. En esa lista los políticos son como intrusos, salvo que se hayan convertido en juguetes rotos, como Julián Muñoz, o Paquirrín.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA
