SEBASTIÁN, MAYORDOMO DE AGOSTO

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Retirado el presidente en Doñana, el reino de agosto es de Sebastián. Tiene nombre de mayordomo, como dirían sus tías, o tíos, o parientes cercanos y lejanos. Y no le falta guasa. Posó para la prera del periódico de Ramírez, y se dejó fotografiar con unas corbatas a modo de serpientes. Al ministro le falta la flauta para encandilar a los crótalos. No tiene ese don. Y para vender la mercancía con la que trafica hay que tener mucha cara, y muchas dotes de vendedor de ungüentos para ver crecer el pelo. En el bar que frecuento todas las mañanas, en un lugar montañoso de la España del norte, están convencidos de que a la vuelta de agosto, se repartirán en las autopistas cestas con bombillas y artilugios de ferretería para pasar el otoño que nos espera. Mi vecino de barra está convencido de que el gobierno emplea su tiempo en llenar paquetes con lo esencial: unas bujías de cera, unos tacos de carbón, y un manual para supervivientes. Repartido el lote, el gobierno desaparecerá, y volverá a surgir cuando los que queden después de la lpia se decidan a organizarse de nuevo en sociedad. Hasta entonces el gobierno será una organización clandestina, irreconocible, ausente. De momento están de vacaciones, y su sola presencia se justifica con un encefalograma plano. Hasta ahora el gobierno ha emitido mensajes mínos, del tipo de: ‘si circulas a veinte hora el país será más rico'; ‘si te quitas la corbata ganamos todos', ‘si coges el metro creas empleo'. En esta zona no hay metro, así que se temen lo peor.

ALFREDO URDACI, PERIODISTA

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