En esta España nuestra, inauguramos el slogan de un gran almacén: la vuelta al cole y lo hacemos con la aquiescencia con la que hemos descubierto tener los españoles tras unas elecciones en las que no va plus. Si este concepto conocos alguna vez una frase que nos hacía participar de la realidad, este retorno, conocemos hoy, la realidad de esta España nuestra. ¿Y qué decirles a ustedes que asisten al terrible hachazo de la vuelta a la realidad? Entre los cheques escolares tenemos la agen de Solbes grabada en nuestra retina. Al ir a sacar la Visa, esa tarjeta que acumula deudas sin cesar y que de repente, funciona, nos planteamos cómo vamos a sobrevivir los tres últos meses del año, habida cuenta que el país ya ha confesado estar en crisis.
Atrás quedaron las toallas, las cremas y las siestas. Las vacaciones de mayor o menor postín. Contarle al vecino que he estado en Venecia cuando realmente he visitado las barcas de la Casa de Campo que no había para más. De sueños vive el hombre y de realidades también.
La España del últo trestre augura un paro algo más que considerable. Un aumento progresivo del caos al que se somete el ciudadano cuando se enfrenta a un año más. Un año que está provisto de realidades, de esperanzas. Para muchos, o quizás, para todos, septiembre es la vuelta al cole; el comienzo del curso de nuestros hijos, pantalones que se han quedado cortos, zapatillas que no dan más de sí, cuadernos rotos y libros que no se heredan, ¿verdad Teresa?. Con los amplios sueldos, en un colegio público cada niño nos cuesta una media de 500 euros, esos que nos sobraron del verano. En vez de chupar la cabeza de la gamba, metemos la gamba cuando pasa la tarjeta y da error; no va plus…
Ahora los grandes almacenes auguran un fraccionamiento de su realidad. No compramos el coche a plazos, también la nevera y los libros del cole, que a lo peor, para junio ya los habremos pagado y para entonces sabremos si pasamos o no de curso.
Antes quedan las navidades que pronto colgarán sus guirnaldas en las calles de esta España de charanga y pandereta. No quiere ser usted feliz, pues haga de la suya una navidad desde el mes de noviembre. Luego los Reyes que dejaron de ser magos hace tiempo. Juguetes que no bajan de cien euros, y si piden dos, serán doscientos, y si tengo tres, seiscientos. Y suma y sigue. Luego la Semana Santa. El que no sale es que no quiere y luego, a los tres meses, de nuevo Eva María se fue.
Les resumo la breve jornada de la vida. Aquella que alguna vez quiso tener Fray Luis. Alejados del mundanal ruido, acaso hemos comprendido que la vida, solamente se vive una vez, y en ella, asistos al lamentable discurso de la ironía de la misma. Sueldos que no suben, cuadernos a un euro y libros a cuarenta. Si hace cinco años me dicen que un libro del cole cuesta seis mil pesetas me parto de risa….decía una señora el otro día.
Hemos interiorizado el euro, lo malo es que éste, no nos cabe en el bolsillo que no dura. Vuelva usted a levantar a los niños, desayune y váyase a trabajar. La vida, cuanto menos es maravillosa, lo malo, es que a veces, no nos detenemos a pensarlo, y es una pena vivir para no tener nada más que lamentos alrededor. España pide a gritos un cambio. El ladrillo, la inflación, la economía, nos hace sucumbir en la realidad del día a día. No queríamos globalización, pues, toma globalización. Lo malo es que no nos contaron la cara b del disco. Quizás entonces había discos y eso, podíamos esperar algo mejor.
Pero en este país que de reojo mira hacia delante, aparece la estrella que brilla más que todas. Refuerza en su agen, la idea del cambio o de la posible reconciliación con la vida, que no es otra cosa que la esperanza. Esperanza Aguirre asiste emocionada a un congreso en el que están todos los que son. La familia que espera poder asistir al final del caos de un país que ya no lo conocen ni los españoles. Espera poder crear empleo en la comunidad del desarrollo. En ese lugar, en donde se cruzan los caminos. Esa frase una vez cantada Sabina, nos permite ensalzar el momento en el cual todos sentos tener, al menos, una pequeña esperanza. Una mujer que ha llevado a las mujeres a lo más alto. Una persona que encarna la realidad de ser política, madre y trabajadora. Su lema, pico y pala, encarna la mayoría de sus intervenciones, y en ésta, no hemos tenido otra cosa que la realidad de la esperanza. Sus contrarios, sus colegas, sus vecinos de partido aplauden y conceden un aumento de votos para que ésta sea la que siga al pie del cañón. Gallardón retira y la aplaude y tanto, aún tenemos a Esperanza.
Quizás en estos tres años de gestión la Comunidad de Madrid, llegue al desarrollo previsto. Aquí cabe todo el mundo.
Aún teníamos esperanza cuando auguramos alguna vez que Eta había dejado de matar. Un buen hombre, Luis, dejó sus esperanzas en un charco de sangre. No volvió a Segovia. La sangre le dejó ver Santoña, disfrutar de sus aguas y de sus anchoas, pero sin esperanza alguna. Esperanza tenía Contador y esperanza Nadal. En Madrid convergían los caminos del dete en apenas dos horas. A Madrid llegó el pelotón, y la Vuelta Ciclista llegó a la meta de las esperanzas. Nadal, entre ole y ole, dejó el listón aún más alto. Tres atentados en tres días y finalmente vencieron una vez más. No sé si será democrático o no, lo cierto es que el reto que tiene el Gobierno es llegar a ver a esos tiparracos en la cárcel. Zapatero o usted, todos queremos ver el alto al fuego llegar a nuestro país. Como diría la Milá, ‘están todos nominados'. Nominados para ir juntos a celebrarlo en la cárcel. Hoy, un día después, Luis no podrá compartir la vida con los suyos. Se ha quedado sin ella. Una calle cuyo nombre nos hizo recordar un acto silar; Carrero Blanco. Y entre luces y sombras, Boadella, el que fuera de Els Joglars, para muchos, no se sabe qué, dejará su experiencia como director artístico de El Canal. Y aunque hoy debiera ser sin coche, la vida se colapsa cuando la lluvia empieza a caer, pero, eso sí, ‘¡No sin mi coche!'.
Todo será distinto cuando comience el otoño, se lo aseguro. Descansa en paz, Luis.
ANA DE LUIS OTERO, DIRECTORA '¿QUÉ DICEN?'