EL DUQUE ESNIFA

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Y con una raya ficticia se ha montado en España una parda, una mundial, una para no dormir. Si el duque alguna vez ha esnifado le ta a él, y alguno más. Decir del duque que se ha puesto y no demostrarlo con papeles y documentos tiene el mismo valor que asegurar que a Sarkozy le gustan las ninfas, y que a Putin le calienta la zoofilia. Como ficción está bien; en la tada de una revista tiene menos gracia. Cuando uno pone negro sobre papel couché la palabra droga y el nombre de quien pudiera haberla consumido, hay que tener los machos muy amarrados, que los caballos se desbocan. Los potros están tirando golpes y bracean agresivos con sus cascos como cuchillos. Sobre el trampolín de la coca blanca se ha montado un aquelarre para crucificar a Dávila. Se le acusa de tener oscuras intenciones contra la Monarquía. No es de recibo que se le haga un juicio de intenciones. Las intenciones son secretas. Lo que cuenta es la verdad de lo publicado, o no, la capacidad de demostrar lo que se dice, o la de reconocer que se trata solo de un rumor, de una leyenda, llevada a la prera de la revista con prudencia. Lo demás es aprovechar el Pisuerga para tronar contra la llamada ‘ultraderecha'. Ya se sabe que la izquierda culpa a la derecha de la crisis de la monarquía, que le viene bien que alguien haga ese trabajo. Luego será bienvenida la República, si llega, la República que habrán traído las derechas, que no podrán quejarse. Ni Zapatero lo podría diseñar peor.

ALFREDO URDACI, PERIODISTA

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