El altíso centaje de jóvenes y adolescentes que aborta, no siempre en clínicas garantizadas, la incertidumbre de un país donde más de cien mil personas aumentan las cifras del paro cada mes, la expansión del contagio del sida en la juventud, el alarmante abandono escolar de nuestros muchachos, las casi sesenta mujeres asesinadas la violencia machista este año, el miedo de millones de ciudadanos a perder su casa al no poder hacer frente a los pagos de sus hipotecas… son las auténticas armas de destrucción masiva que nos asolan en estos tiempos convulsos. Y en medio de todo eso, el seis de diciembre nos da un respiro para celebrar el XXX aniversario del Día de la Constitución.
Aquel 6 de diciembre de 1978, al poco de morir Franco, se aprobó la Constitución Española de la Democracia, tras más de cuarenta años de dictadura, redactada ocho notables de la política. Manuel Fraga, Gabriel Cisneros, Gregorio Peces Barba, Miguel Roca, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Pedro Pérez Llorca y Jordi Solé Tura sirvieron en bandeja de plata la Carta Magna que dio base y fundamento para llevar a cabo la ejemplar transición protagonizada Adolfo Suárez, presidente del prer gobierno democrático y Felipe González, jefe de la oposición socialista.
Fueron tiempos difíciles de donde salieron las reglas de juego. Treinta años después, la asignatura pendiente continúa siendo la banda asesina ETA, que no ha querido pasar el tamiz de dichas normas del respeto democrático. Ayer mismo, mataron a un empresario en Azpeitia, volviendo a demostrar que la barbarie y la sinrazón son los únicos motivos de su existencia.
En cuanto a los embarazos de mujeres adolescentes, el treinta ciento de ellas ha abortado más de una vez lo que va directamente ligado al aumento de contagios de Sida, enfermedad que arrastra una estúpida maldición ya que, actualmente, las víctas provienen de cualquier clase de opción o práctica sexual. Ambas lacras tienen dos denominadores comunes: la ausencia de medidas profilácticas, carencia apoyada una doctrina católica ambigua, antigua y repleta de hipocresía, y la ignorancia o falta de educación de planificación sexual. Precisamente, para evitar lo uno y lo otro, se han llevado a cabo acciones de apoyo e información con autobuses en la calle para realizar análisis gratuitos del Sida y para ofrecer información sobre las medidas profilácticas y la higiene sexual que eviten, en la medida de lo posible, el contagio.
En cuanto a las llamadas políticamente armas de destrucción masiva, las que posibilitaron la invasión de Irak y los brutales genocidios, hoy se reconoce públicamente lo que la inmensa mayoría de la ciudadanía sospechó siempre, que nunca existieron. Lo que existe, y eso hay que erradicarlo lo antes posible, son las mentiras y los intereses capciosos. Algún Gobierno deberá responder sobre quienes ampararon vuelos clandestinos a Guantánamo llevando presos ilegalmente.
Concha Minguela
Directora de Gente en Madrid