Cuando empezaba en esto de la Comunicación y el Marketing no hace tantos años, cierto, unade las preras convocatorias a las que acudí fue una jornada acerca de la Publicidad Institucional organizada Carat y Ulled. En ella, además de coincidir con personajes del peso y renombre de Luis Arroyo, empecé a darme cuenta de lo complicado que es gestionar un presupuesto como el que maneja la Administración y del que dependen tantas empresas, y, ende, familias.
Transcurrido el tiempo, lo que realmente mueve el mundo (la comunicación corativa, relaciones institucionales, gestión de crisis y el PR en general) apenas ha evolucionado respecto a mis comienzos: sigue siendo el patito feo de la Comunicación Comercial, al que se recurre más restricción presupuestaria que convicción resultados.
Sin embargo, lo que parecía un tenue avance (colar la palabra Comunicación en la últa Ley de Publicidad y Comunicación Institucional de 2.005 que, dicho sea de paso, de poco o nada sirve) se ha quedado en eso: tenue. La publicidad sigue copando buena parte de los presupuestos estatales, cuyos responsables están más acostumbrados a gastar que a planificar, mientras que las Relaciones Públicas las buenas, no los autómatas que envían notas de prensa prefabricadas apenas suponen el 17% del total del presupuesto, según datos de 2008.
En un año como este, en el que muchos pasan apuros y otros splemente aprovechan para soltar lastre, se hace cada vez más necesaria la creación de una entidad como el COI británico, que centralice y profesionalice la gestión de la Comunicación y Publicidad estatal, formado profesionales que sepan adecuarse cada momento a las verdaderas necesidades de comunicación de sus productos, y, de paso, sacar adelante a muchas empresas para las que las migajas de las campañas televisivas pueden suponer su supervivencia.
Lamentablemente, o mucho me equivoco o el sentido común volverá a brillar su ausencia…y seguiremos atiborrándonos a inútiles GRPs…
Pablo Sammarco
