YES, WE ALSO CAN!

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La economía española ha experentado un extraordinario creciento desde mediados de la década de los 90, basado en un modelo económico que ha llegado a su fin, coincidiendo y causando una crisis de prociones descomunales.

¿Qué hacemos a partir de ahora? España se enfrenta a la prescindible necesidad de definir y consensuar un nuevo modelo económico que debe considerar el desarrollo, la competitividad y la utilización permanente del conociento como elementos fundamentales en la generación de valor de nuestra economía en unos mercados totalmente globalizados.

La experiencia de los países de nuestro entorno pone de manifiesto que mejoras sostenidas de la productividad y la solidez de las economías son consecuencia de la transmisión y la utilización del conociento. Los ranking mundiales de competitividad reflejan que los preros puestos están copados países que han sabido hacer del avance tecnológico y la innovación los motores de su competitividad y creciento económico.

España, contra, ha sufrido una pérdida de posiciones en esas clasificaciones, precisamente el nivel de obsolescencia de un patrón de creciento alejado de las premisas de la economía del conociento. Por ello, nos debemos enfrentar con urgencia a decisiones con un marcado carácter estratégico, puesto que se trata de determinar dónde queremos estar dentro de dos o tres décadas, además de qué debemos hacer y cómo hemos de actuar para conseguir la meta.

Desconozco cuanta gente hay pensando en el futuro de nuestro país y con qué grado de diligencia se están dedicando a ello, en la medida en que es urgente encontrar nuevas salidas que nos permitan ver el futuro. Y es en estos momentos en los que es bueno que nos demos un baño de cierta complacencia, miremos a nuestro derredor y comprobemos cómo España tiene capacidad demostrada y más que probada para encontrar una salida relevante: Inditex, Mercadona, El Corte Inglés, Santander, BBVA, Indra o Telefónica han demostrado que nuestro país puede situarse en posiciones de liderazgo allí donde se lo proponga y ello es una garantía.

Cae en mis manos un documento de un organismo internacional que analiza el caso de Telefónica y uno no puede menos que considerar que si una empresa de este país ha conseguido posicionarse en lo más alto de un sector especialmente competitivo como es el de las telecomunicaciones, en medio de la sociedad del  conociento, con TICs y todo, podemos decir que Si, que nosotros también podemos.

Hay que convenir que el despegue experentado la compañía desde el año 2000 ha sido espectacular, aunque haya tenido que atravesar el estallido de las puntocom  o superar momentos críticos. La realidad es que lo conseguido hace alucinar.

Deslumbra comprobar que Telefónica es la trigésa compañía más grande del mundo, enca de compañías como Coca Cola, Google, Apple, Bank of América o Nokia, citar algunos ejemplos.

La misma tendencia se mantiene en lo que se refiere a rentabilidad, al ostentar el privilegio de ser la compañía de telecomunicaciones más rentable de la últa década, contrastando con rentabilidades negativas de sus grandes competidores como Vodafone, Deutsche Telekom, France Telecom o British Telecom. 

Y si entramos en la capitalización de la prera compañía de España, el principal valor del IBEX35 o la sociedad que cuenta con la mayor base accionarial del país, con 1,5 millones de accionistas, alucina comprobar que el valor actual de Telefónica es prácticamente la suma de los dos grandes bancos españoles o que multiplique dos y pico la capitalización de Iberdrola o 30 el PIB de Andorra. Pero a esto hay que añadir, además, que es la única compañía relevante del sector de las telecomunicaciones que ha creado valor en los últos ocho años.

Hay más. La actividad de Telefónica es una potente máquina de redistribución de la riqueza a nivel mundial y así se comprueba cómo, con la riqueza creada, generó pagos 6.458 millones de euros a sus empleados, 9.895 millones a las Administraciones Públicas, 32.164 millones a sus proveedores y cerca de 5.500 millones a sus accionistas.

Y suma y sigue, puesto que cabe constatar que el volumen de ventas y negocio de Telefónica supone  una media del 1,2% del PIB de los países en los que opera: Chile, 1,6%; Argentina, 1,3%; Perú, 2,0%; Brasil, 0,9%; Colombia, 1,3%  o España, 2,0%

El papel que tengo delante de mí sigue enrollándose sobre la inversión realizada en capítulos asociados a innovación tecnológica o a alianzas estratégicas con compañías como China Netcom, que debe ser la repera a tenor de la cantidad de chinos que viven en China, pero no es cuestión de seguir dando la vara a los lectores sobre las bondades de Telefónica.

Para aquellos que hemos conocido a las matildes y hemos asistido a la evolución de las telefónicas, santanderes, mercadonas, inditexes o sectores como el hortofrutícola, todavía hay esperanza. Y como todos somos Obamas, pues decos eso de "Yes, we can as well".


Carlos Díaz Güell

Vicepresidente de Serfusión

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