CRIMEN EXCECRABLE, PERIODISTAS SIN ESCRÚPULOS

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Una cacería puede ser considerada como un acto obsceno ya de sí. Al menos para muchas personas que consideran que exalta directamente la zona más bárbara del ser humano. Si además, la visión de dos jueces, fusil en alto, ante la masacre de venados, coincide en el tiempo con la "cacería" de personas vinculadas de una manera u otra a un determinado partido político, adquiere cierto sbolismo, cuando menos, desafortunado, o como no ha tenido más remedio que reconocer el Ministro de Justicia, Bermejo, inotuno, decirlo demasiado suave. Como obscena, inapropiada y antiestética, es la cacería del inmigrante "sin papeles", casi, casi en función de su color de piel, prero "moros y después africanos". Estamos perdiendo la compostura. Rubalcaba tuvo que salir a la arena política reconociendo la tremenda metedura de pata, desde el punto de vista político, pero sobre todo el enorme disparate desde el punto de vista ético. Y continuando con las cacerías, ¿quién afea la conducta a nosotros, los periodistas, como manada de bárbaros sin escrúpulos a la caza del menor presuntamente homicida?. Ha sido lamentable durante las últas jornadas la veda abierta a todo el que "armado de micro en mano" no se ha cortado en manosear y mostrar hasta los higadillos de una pandilla de menores, de una manera u otra, involucrados en torno al cren de la joven Marta del Castillo. Copiando el calificativo de Mariano Rajoy referido a Bermejo y al juez Garzón, es obsceno también el despliegue informativo, fuera de control, que se ha desarrollado en torno a un cren execrable y repugnante para la inmensa mayoría de la población. Es en situaciones como ésta en las que conviene recordar el sagrado lema que reza en el tón de todas las instituciones penitenciarias: "Odia el delito y compadece al delincuente". El foco televisivo arroja muchas luces sobre la mentalidad y los ambientes nocivos en los que parte de nuestra adolescencia se mueve; pero esa parte de responsabilidad social y compromiso que debe caracterizar, no a un joven informador recién salido de la hornada, que también, pero profundamente y sobretodo a cualquier editor, ha brillado su ausencia. Lo que viene a enlazar en señalar, una vez más, a esta época como tiempos revueltos donde los valores han sido socavados a unos niveles intolerables en aras de la rentabilidad. No todo vale. Si asquea el delito cometido los homicidas y encubridores de la joven sevillana Marta, no menos asquea la dejación de autorregulación y responsabilidad social de los responsables de los medios de comunicación a la hora de tratar el tema. Desde la Asociación de la Prensa Madrileña se viene hablando hace años sobre la elaboración de un Estatuto del Periodistas que ante actos informativos como los actuales, más que nunca se hace prescindible y urgente.

Concha Minguela

Directora de Gente en Madrid

http://www.gentedigital.es/blogs/ojocritico/

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