La torpeza indica el Parkinson en ancianos

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La enfermedad del Parkinson es una patología que no sólo afecta a personas de mediana edad, sino también a ancianos, pero presentan un alto centaje de infradiagnóstico debido a que tanto los médicos de atención praria como los propios enfermos confunden los síntomas de esta patología con los propios de la edad. Ante este déficit, varios expertos han recalcado, durante la presentación de la ‘Guía de buena práctica en Geriatría. Enfermedad de Parkinson', que el principal indicio es la falta de agilidad.  

En este sentido, el coordinador de Trastornos del Moviento de la Sociedad Madrileña de Neurología, Pedro Ruiz GarcíaEspiga, señaló que la enfermedad del Parkinson, que afecta a tres de cada 100 ancianos, se manifiesta en esta franja de edad ‘de manera sutil' que es silar a ‘una situación propia de su edad' como necesitar cada vez más ayuda para realizar las actividades cotidianas, tropiezos o caídas.

Por otro lado señaló que el tratamiento también se diferencia del administrado a las personas de media edad que el paciente anciano es, según este experto, ‘más sensible a los efectos secundarios'. De este modo, recomendó el uso de algunos medicamentos como levodopa, al tiempo que descartó la cirugía. En cuanto al tratamiento no farmacológico, lo calificó de ‘parte fundamental'  y destacó la tancia de las asociaciones de pacientes con esta enfermedad ya que complementan el tratamiento.

Asismo, el coordinador del Grupo de Estudios de Trastornos del Moviento de la Sociedad Española de Neurología, Juan Carlos Martínez Castrillo, coincidió con su compañero en señalar que los pacientes de avanzada edad están infradiagnosticados debido a que algunos de sus síntomas, como la pérdida de agilidad y de olfato, la depresión o moverse mientras se duerme pasan desapercibidos tanto los profesionales de atención praria como los pacientes.

Junto a la necesidad de una mejora del diagnóstico, apuntó que la medicina se enfrenta a otros retos en esta enfermedad como son conocer la causa la que se produce la neurodegeneración y buscar tratamientos para los síntomas psicomotores además de encontrar nuevas dianas para la cirugía y avanzar en el estudio de las células madre, ya que los resultados de las últas investigaciones no resultaron positivas.

Por su parte, la directora de la Asociación Parkinson Madrid, Laura Carrasco, afirmó que esta enfermedad debe abordarse de forma integral, ya que los afectados experentan cambios desde el punto de vista físico y psicológico, ya que se conviertan en personas cada vez más dependientes, pudiendo desembocar en depresiones. Al mismo tiempo recordó que los cuidadores de estos pacientes sufren también las consecuencias físicas y psíquicas, que un alto centaje son los cónyuges que también tienen una elevada edad.

De este modo, desde la asociación ofrecen una atención integral, incluida la rehabilitación, que consiste en fisioterapia, permitiendo al enfermo mantenerse autónomo durante más tiempo; logopedia, para corregir los problemas en el habla y los atragantamientos propios de la enfermedad y musicoterapia.

Por otro lado, el presidente de la Sociedad Española de Geriatría, Pedro Gil Gregorio, recalcó que ‘la vejez no es una enfermedad', lo que cuando se presentan síntomas anormales, los profesionales sanitarios deberían estudiarlos para encontrar las  causas. En este punto criticó que las facultades de medicina no enseñan a los alumnos a abordar los problemas de las personas de avanzada edad así como la exclusión de los ancianos en los ensayos cínicos.

La ‘Guía de buena práctica clínica en Geriatría. Enfermedad de Parkinson', que cuenta con la colaboración de GlaxoSmithKline, está estructurada en siete en los que se aborda el diagnóstico de la enfermedad; el tratamiento en el anciano y cuando el Parkinson ya está avanzado; las carácterísticas y peculiaridades de la patología inicial en el anciano; la alteración de la marcha; parkinsonismos atípicos y el tratamiento no farmacológico en el anciano.

El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, después de la enfermedad de Alzheer. Es un trastorno crónico, de progresión muy gradual y evolución prolongada. Afecta al 1 ciento de las personas mayores de 50 años y a más del 3 ciento del grupo de más de 75 años, con una prevalencia aproxada de 100.000 afectados en España.

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