A pedradas contra el tejado propio

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Una ingeniera con pinta de asceta, con tendencias a convertirse en estricta gobernanta, ha sido nombrada responsable máxa de la cosa económica en sustitución de un melifluo personaje que era, enca de todo y sobre todo, un probo funcionario que tenia como norte de su actividad el servicio público, el bien de los ciudadanos y la obediencia debida al que manda.

Llega Salgado precedida de las peores referencias como valedora de las bondades del Estado, aunque puede que no de su concepto del Estado del Bienestar, y ello la convierte, a no ser que se modere, en un peligro para la continuidad del Estado al que dice servir.

De gustos más que frugales y supuestamente saludables, a Elena Salgado no se la conoce un mal vicio y ha sobresalido en su carrera política, cuando ha tenido ocasión, tratar de poner con disciplina prusiana a todos sus conciudadanos, su modelo de la mística y el cilicio, sin tarle un bledo que todo ello pudiera llevar a situación crítica a las arcas del Estado que supuestamente debe representar.

Empezó metiéndonos a todos en cintura en el uso del tabaco, aunque ello pudiera suponer una tante merma de ingresos fiscales ese concepto y el final de un sector del que dependen miles de agricultores dedicados al cultivo del vegetal alcaloide.

Lo intentó poco después con el vino y hubiera conseguido reducir igualmente de forma sensible los puestos que gravan el consumo de alcohol y convertirnos a todos en abstemios, si no se hubiera puesto a funcionar, a pleno rendiento, el poderoso lobby del potente sector vitivinícola y extador.

Volvió a la carga arremetiendo contra la fast food y todas las perversiones que encierra ese tipo de comida, aunque se ha demostrado como una de las más habituales dietas contra las consecuencias de la crisis económica y uno de los sectores empleadores más activos de la economía española, al menos entre la población que busca su prer empleo.

No pudo seguir la vía de la redención de los humanos a los que tutelaba desde el Ministerio de Sanidad y Consumo que la pasaron a Administraciones Públicas y con lo funcionarios poco pudo hacer.

Ahora, la han convertido en la nº 3 y está ver donde salen los demonios de la seño y su necesidad de hurgar en la vida privada y en los gustos y placeres de los ciudadanos, aunque si le sirve de algo la recordaremos con humildad que el éxito no la acompañará si se empeña en reducir la recaudación de puestos, mermar la capacidad de contratación de sectores emergentes y, lo que es más tante, alargar la vida de todos nosotros, sobre todo en un momento en que el pago de pensiones se puede convertir en una insotable carga, incluso para un pacto de Toledo bis.

Y si todos vivos cien años, el sistema se va al garete, así que…

Carlos Díaz Güell

Vicepresidente ejecutivo de la agencia Serfusión

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