Hace pocos días, en contra de lo que dictan mis nada comunes principios existenciales y quizá la tan socorrida astenia praveral, recalé en el últo capítulo de una serie de televisión de éxito que, según los egeemes, concitan el interés de la audiencia, en mayor medida que el resto.
Los efectos de la citada astenia no desaparecieron más bien al contrario, pero pude comprobar donde van las tendencias en esto de las denominadas series de entreteniento y el gusto de los consumidores de televisión. Y pude corroborar, una vez más, algo que no deja de ser una grosera reiteración de una idea básica: las series no solo se basan en estereotipos de carácter marcadamente publicitario, sino que crean estereotipos y con ello trasladan a la sociedad unos valores o pautas de comtamiento centrados, básicamente, en determinados perfiles que, siendo tantes, no son necesariamente exclusivos. En el caso que nos ocupa, digámoslo sin mayores circunloquios, los protagonistas que no pensaban en clave sexo, pensaban en follar.
Y no digo yo que ello sea malo, ni sea pecado. Que no. Pero puede que a fuerza de pensar con el pene, no solo estemos construyendo un estereotipo, en buena medida inane, que se convierte en referencia de millones de individuos, sino que estemos dejando a un lado otro tipo de valores que son, al menos, tan tantes como el ñacañaca y que igualmente conforman la realidad y la realidad de un país.
El estereotipo publicitario de referencia viejo, dañino y estúpido sobre la mujer, cambia y muda su discurso ramplón y alienante y cede el testigo a otro estereotipo tan splón y alienante que consigue que casi todos los protagonistas de una determinada serie tengan una sola idea en la cabeza. La neurona no da más de sí.
Se podrá estar más o menos de acuerdo con la teoría que apunta a que miles, millones de individuos, tienen a la televisión como espejo social lo que respecta a pautas de comtamientos, y que basta con que algo "salga" en televisión para que inmediatamente se incore y se asuma como rol básico del comtamiento.
La televisión, de un tiempo a esta parte, está creando o ha creado, unos patrones o modelos de conducta que marginan otro tipo de valores tanto o más tantes y sobre todo complementarios a los que giran en torno al sexo. El trabajo, el talento, el esfuerzo, la lealtad o la honradez citar solo algunos, son también valores a promocionar desde una plataforma tan potente como es una serie televisiva de éxito. Y seria de agradecer que los guionistas le dieran más a la neurona y no se quedaran en el recurso fácil de crear estereotipos tan prarios como el que gira en torno a las feromonas o a personajes que no tienen nada de interés que transmitir.
Los medios y las tecnologías de la información y la comunicación ejercen sus influencias en todos los ámbitos de la actividad social y modelan pautas de comtamiento y modelos de actuación. Que sean series de ficción y que vayan dirigidas hacia quienes buscan en ellas cortar un rato con la realidad cotidiana o luchas contra su astenia, no deja de ser una excusa fácil como lo es la que manejan "los expertos" cuando se refirieren a la dictadura de la audiencia para argumentar el trabajo de un grupo de descerebrados. Como dijo un clásico, si a la audiencia le das paja, come paja; si le das trigo, come trigo.
Carlos Díaz Güell
vicepresidente ejecutivo de Serfusión