Carmen, Carmen

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Carmen, Carmen…

Voy a tener que emborracharme…

Eso pensé el otro día cuando la conocí, aunque ella debió pensar lo mismo, ya que no soltó la copa ni para entrar en los probadores de la tienda que nos había invitado a la presentación de su temada otoñoinvierno 2009.

Algo alterada (¿sería la pravera? ¿ el vino? ¿o qué nadie se quiere anunciar en ‘su gaceta’?), la ‘señora’ en cuestión empezó a chillar como una posesa, sin reparar en el canapé que acababa de echarse al gaznate.

Seguro que vuestros padres os han dicho alguna vez : ¡niño, cierra la boca al comer! Pues ¡hacedles caso! Es un gran consejo…

Chillar como una verdulera en un mercadillo, está bien, si eres una verdulera y estás en un mercadillo. Pero chillar en un sitio discreto y acogedor, crear mal ambiente, poner en una situación comprometida a la tienda y la consultora que ha organizado el evento, sólo llamar la atención, resulta un pelín chabacano.

¿Será fruto del ERE que ha habido hace escasos meses en su empresa y de la externalización de su puesto de trabajo? ¿o fue sólo el vino, la pravera o un bajón de estrógenos?

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