EL ÚLTIMO ESFUERZO DEL CURSO

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El curso escolar está prácticamente acabado. Quedan muy pocos días. La mayoría de los chavales ya saben si van a aprobar o suspender. Algunos mucho que hagan no van a poder resolver en estos pocos días las carencias que han tenido todo el año.

 

Ahora se acuerdan de todas esas veces que les hemos estado pedido, suplicado o exigiendo que  no perdiesen el tiempo con el ordenador, la Play o el móvil. Nos han vuelto locos con el Tuenti, que han pasado más tiempo del que sería deseable chateando con sus amigos.

 

Han sido meses de lucha intentando que aprendiesen a utilizar la tecnología de forma racional. Que disfruten del ocio con ella, pero no exclusivamente. Y que sepan parar a tiempo para poder estudiar, cumplir con sus obligaciones familiares y disfrutar de otros aspectos de la vida. A veces ha sido casi posible que se diesen cuenta de que no todo en la vida es el ordenador. Que hay otras cosas. Y ha sido difícil convencerles; eso cuando les hemos convencido que ha sido casi nunca.

 

Hemos intentado transmitirles la necesidad de que sean conscientes de las ventajas e inconvenientes de la tecnología. A veces ha sido un trabajo inútil. Porque ellos no se daban aludidos y nos miraban con cierto desdén como diciendo “tú no tienes ni idea papa. Que sabrás tú”.

 

Eso del ordenador nos ha traído a mal traer, y ahora quizá paguemos las consecuencias de no haber sabido transmitirles cómo hacer con él un uso racional y razonable. A veces les dejábamos aunque no nos gustase que era más cómodo. Y ahora lo vamos a pagar. Les decíamos ¡déjalo ya! y ellos respondían enfadados que no había derecho, que no tenían nada que estudiar. Nosotros, no discutir, les dejábamos seguir y nos íbamos a ver la tele a otra sala. Había una tremenda paz en la casa. ¡Qué gusto! ¡Eso si que era vida, ni una voz! Una paz que, irremisiblemente, se va a romper en unos días, en cuanto nos traigan un buen puñado de suspensos y empiecen a buscar excusas (la culpa es siempre del profesor que les tiene manía).

 

Pero ya no habrá remedio. Los suspensos estarán allí. Y tendremos que esperar pacientemente a septiembre para ver si aprueban y pasan de curso. Aunque ahora, con este Gobierno, lo tenemos fácil que pasa cualquiera, aunque tenga un rón de cates.

 

Y es ahora el momento de empezar a plantearnos que vamos a hacer. Seguiremos la misma política que durante el curso o vamos a realizar un cambio radicar, coger el toro los cuernos y buscar una solución que permita que nuestros hijos aprueben todo en septiembre y empiecen el curso lpio.

 

Vamos a intentar que este verano no pasen más de cinco minutos seguidos delante del ordenador. Quizá para ver su correo electrónico y contestarlo. Si no pueden hacerlo en cinco minutos, que se aguanten. Que hubiesen aprobado el curso. Esos cinco minutos los controlaremos con cronómetro en mano. Ni un segundo más.

 

Si no somos duros, en septiembre volveremos a experentar la misma sensación de potencia y tristeza que ahora y volverán a suspender.

 

Y no nos dejemos engañar. El ordenador no es la informática. La informática  es otra cosa. El ordenador, tal como ellos lo entienden no es trabajo, es ocio. Para nuestros hijos adolescentes, la tecnología sirve para divertirse con los amigos, chatear, jugar en red o hacer cualquier otra cosa, siempre que no sea estudiar.

 

Por eso, si las notas han sido malas hay que buscar una solución drástica. Se acabo el ordenador, la Play y el móvil. No es prescindible para vivir, aunque ellos crean que sí lo es. No pueden seguir perdiendo el tiempo durante el verano igual que han hecho durante el curso. Ellos se lo han buscado, y nosotros también, que somos sus padres y no hemos puesto todos los medios necesarios.

 

Para los exámenes de septiembre quedan poco más de dos meses. Estamos a tiempo, pero no podemos dormirnos. En unos días habrá pasado medio verano. Como nos descuidemos….repiten curso.

 

 

 

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