Tras los atentados en Burgos y Cala Nova, y dos guardias civiles muertos en Mallorca, me salgo de mi cuaderno socioeconómico. La indignación me puede. Tenemos en España hace 50 años la octava plaga bíblica, y sin visos de final.
Conozco Eta y sus desmanes desde el año 68, en Bilbao, donde trabajé con Jose María Portell, periodista asesinado Eta, y sólo su recuerdo me revuelve. Jamás pensé que este grupúsculo sobreviviera a la democracia y a la autonomía vasca. Mi explicación modesta es que el delirio de un sector minúsculo del pueblo vasco, amamantado en el caldo de cultivo de veinte años de gobiernos nacionalistas tibios, mantiene esta locura.
La crisis, el diálogo social roto, nuestra economía, son minucias frente a la horda terrorista. No nos merecemos que 100 delincuentes, esta subespecie de homínidos, traigan en jaque a una democracia.
Hace años, en una oleada de atentados, oí a un comandante de Estado Mayor decir con serenidad : “ellos dicen que es una guerra de liberación con un Estado. Si es una guerra.. de frente, no la espalda, ni con coches bomba. Si son abertzales (patriotas), gudaris (soldados), que obren como tales, no como gansters o una mafia, y que dejen de utilizar el lenguaje militar y llamarse Eta militar, deshonran el nombre militar “. Sin comentarios.
Eta celebra sus 50 años con bombas, 50 años de transtorno mental permanente. Necesitan mucha cárcel y mucho psiquiatra, ellos y un sector del pueblo vasco, drogado el odio irracional. Un odio inoculado, en casa, en la escuela, en la calle, durante generaciones.
PD: lo de la pena de muerte surge una y otra vez, pero es un tema tabú. No se le pregunta al pueblo si hay que cambiar la Constitución.
Eta sí tiene en su Código Penal la pena de muerte, hace juicios indiscrinados (civiles, policías, mujeres, niños, viandantes), y ejecuta sin juicio ni garantías procesales a quien les da la gana.
Un recordatorio, en USA hay cadena perpetua y pena de muerte, y es una democracia, la segunda más antigua del mundo.
Madoff, el banquero americano, no ha matado ha nadie, sólo ha robado, y está condenado a 150 años. Saldrá de prisión con los pies delante.
Compare Vd con los etarras, muchos ya en casita, tras unas penas “muy procionadas y ajustadas a Derecho y al delito cometido, tras juicio con toda garantía procesal”. Amén.
MIGUEL CIFUENTES, PERIODISTA
