HABILIDADES DE AUTOCONTROL EMOCIONAL

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Una conducción segura  requiere de un buen  control emocional.  Los conductores deben ser capaces de controlar tanto sus vehículos como sus emociones. Disponer de suficiente control emocional es requisito indispensable para prevenir los niveles de activación que pueden aparecer durante la conducción, con el fin de evitar reacciones inadecuadas y no asumir riesgos innecesarios.

 

Muchas personas hacen un uso instrumental de la conducción, especialmente de la conducción rápida y arriesgada, como una forma de canalizar sus emociones, reducir la tensión, sentir poder, desahogarse o expresar la frustración y rabia contenida. Evidentemente, todas ellas son estrategias inadecuadas para afrontar el estrés. Durante la conducción es frecuente experentar una activación fisiológica y también de tipo emocional; pero la inestabilidad emocional y la elevada activación pueden afectar negativamente a la ejecución, perjudicando la conducción. Así, es muy posible que conductores emocionalmente alterados se comten de modo pulsivo, intempestivo y agresivo, y reaccionen de forma desprocionada o desmesurada ante los pequeños inconvenientes e innumerables frustraciones que encuentren durante la conducción. Tras repetidas exposiciones, la reacción emocional negativa puede quedar condicionada, de tal modo que se dispare automáticamente ante la más mína circunstancia adversa Sin embargo, la alteración emocional también puede traducirse en una falta de atención o una respuesta lenta o inadecuada a un peligro, sobre todo cuando el conductor está deprido. La conducción arriesgada o a velocidad excesiva son algunos de los síntomas más característicos de la inestabilidad o alteración emocional.

 

En otras ocasiones la pulsividad tan sólo es un hábito que se ha ido adquiriendo mediante la práctica, en la medida en que esta forma de actuar resulta eficaz, se repite y va consolidando un patrón de respuesta que se dispara automáticamente en determinadas situaciones sin que medie ningún tipo de reflexión. Otros conductores, en cambio, actúan así sencillamente que son incapaces de hacerlo de otro modo. Estas personas no han desarrollado las habilidades de pensamiento reflexivo, siendo incapaces de controlar sus pulsos: splemente actúan sin pensar en todas las facetas de su vida, incluyendo la conducción. Dadas sus litadas habilidades cognitivas, son incapaces de reconocer el peligro, de evaluar de modo adecuado los riesgos y de adquirir habilidades y respuestas de afrontamiento adecuadas ante situaciones delicadas.

 

D. Roberto Durán Romero

Vocal del área de Psicología del Tráfico y de la Seguridad del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid)

 

 

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