La inmigración no cesa haya o no haya crisis, para muchos es incomprensible. La marea no cesa y con la que está cayendo no se entiende ese fenómeno. La reciente tragedia del Estrecho, con decenas de desaparecidos, nos deja atónitos, vienen a un país de 4 millones de parados.
En Madrid hace mucho tiempo que hay un subsahariano pidiendo en cada supermercado, en cada mercado, en la puerta de cada gran almacén. Es como si los hubiera ubicado el ayuntamiento con puesto fijo. Enseñan “La Farola”, el periódico de los mendigos y repiten en mal español su: “para comer, favor”.
Son toda una parábola del Tercer Mundo en la puerta de nuestra casa. He hablado con algunos de ellos, gambianos, caboverdianos, ghaneses, malianos, sierraleoneses. La mayoría llegaron en pateras Andalucía o Canarias, y agotado el plazo de repatriación, los soltaron en Madrid a la buena de Dios o en alguna ONG, para terminar, pasadas unas semanas de alojamiento provisional, en la calle. No sé si esto es política de inmigración, o no saber qué hacer con el problema, me temo que esto últo.
Todos están decepcionados, engañados, repiten la misma historia, “aquí en Europa esperábamos otra cosa, trabajar, ganar dinero…” Cuando les dices que hay cuatro millones de parados en España, la mayoría tuercen el gesto con incredulidad. No se lo creen, o no quieren creerlo directamente. Y siguen en la calle.
Si les preguntas qué no vuelven a Africa, la respuesta es siempre misma. “me costó mucho llegar, no volveré si no es con dinero”.
PD) Lo increíble es que no muestran la menor desesperación, incluso sonríen cuando piden. Toda una lección de moral de supervivencia para muchos, en estos tiempos de crisis.
Miguel Cifuentes. Periodista.