EL DÍA DESPUÉS

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Siempre hay un día después. Ocasionalmente me refiero a Escarlata O´Hara, aquella mujer a la que nadie dominó y que siempre dejaba para el día siguiente su decisión más precisa. No sé si en este siglo existen Escarlatas o si las mujeres de la era de las comunicaciones, aparte de despojarse de los malos tratos, de evitar ser matadas, de querer llegar al igual que el hombre, se demuestran a sí mismas que son perfectas, tanto, que están en lucha constante con el medio.

 

Las Escarlatas del día después son personas que amanecen con lo que falta en la nevera, saben perfectamente qué examen tiene cada hijo, cuidan con esmero su casa y salen como si de un masaje se tratara de ese tálamo en el cual descansan acaso siete horas. Luego su jornada laboral empieza y continúa en la mayoría de los casos, y el día después, solamente es ese, que les permite saber que ya se han comido todo lo que trajo, que los niños van creciendo de verano a verano y alguna cosa más sin tancia.

 

Las Escarlatas del día después son también niñas que aún viven con sus padres. Muchas, menores de edad, o mejor dicho, casi todas, pero tienen relaciones con chicos de su edad, acaso menores, y el día después, en un día como hoy, ya saben que nunca pasará nada. Las Escarlatas de mi época, cuando llegaban a concebir sin querer, tenían a ese churumbel y se hacía cargo de su falta de conciencia. Hoy, eso, ya es pasado. El día después permite que si eres menor puedas hacer uso de los derechos que te da Aído, De La Vega, Pajín y esas especies que no son las Escarlatas descritas. Ellas te permiten llegar al boticario y decirle en voz alta, “deme la píldora del día después” y aquí paz y después gloria. Y el hombre, ese chaval que ha hecho uso de su libertad y te ha dejado preñada, querida niña, tan pancho. El “póntelo, pónselo”, no será necesario que para eso están las niñas, para tomarse la pildorita que evitará un posible aborto y así el hombre, el niño, el chico, el chaval, disfrutará sin el riesgo de ser padre.

 

¡Qué bien! Las Escarlatas del siglo XXI están en el Tuenti, defienden su libertad desde los doce años, no son mayores de edad pero faltan al respeto a esas personas, que casualmente son sus padres, y después de tenerlas en brazos, después de mecerlas, sacarles el aire, darles el biberón, se convierten en extrañas góticas ejemplo, que pueden tener relaciones con libertad, abortar sin decir ni pío y tomarse cuantas píldoras considere otunas. Puede ser la píldora anticonceptiva, podría ser la del día después, solamente falta que se tomen una para poder ser libres del todo, que nunca ha estado una mujer más presa que ahora, nunca ha tenido peor referencia que la de sus amigos, que queridas niñas, salvo vuestros padres, nadie en toda la galaxia os quieren más y quieren lo mejor para vosotras.

 

El día después ha llegado ya. Bienvenidas al siglo de la libertad. Si eso es libertad, que venga Dios y lo vea. Mientras tanto, los padres aguardarán a que vengas del botellón, esperarán que no te opere un ciudadano cualquiera en su piso las tetas, querrán que estudies y que no pierdas tu juventud, soñarán con que no te quedes en estado del prer pringado que te diga ole, y esas cosas tontas, mientras te tienen la comida preparada, la ropa lpia, la cena puesta y los libros pagados. La libertad ha llegado a las farmacias, al país, a las hijas de, quizá, Laura y Alba, una vez que han demostrado a propios y a extraños que ellas siguen siendo góticas en la recepción del mismíso presidente de los Estados Unidos, quizá, le demuestren a su padre, que es el mismíso presidente de este santo país, que son libres, que no le van a informar de sus próxos abortos y que tal vez, qué no, podrán comprarse la píldora del día después una vez que bajen del avión y vuelvan a sus obligaciones. Esas que tiene cualquier niña de su edad a la que habrán de sumar la irreflexión, la falta de consideración y el llamado libertinaje en el siglo XX.

 

Bienvenidas al país del todo vale. Aborta, ten derechos, pega a tus padres, insulta al profesor, no te levantes si hablas con una persona mayor, no saludes con respeto, viste como te pida el cuerpo, dale a tu cuerpo alegría Macarena, que tu cuerpo, es pa darle, alegría y cosas buenas, decían unos sevillanos y así hasta que te canses de tener libertad. Y algunos dijeron Libertad sin ira, ¡vaya aficionados al lado de lo de ahora!

 

Si Paris, bien vale una misa, España, bien vale una reflexión: Ya lo pensaré mañana. Queridos padres, os deseo lo mejor. ¡Saludos, presidente! Una madre española.

 

Ana de Luis Otero
Periodista

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