No pudo ser. El COI ha confiado la organización de los Juegos Olímpicos de 2016 a la ciudad de Río de Janeiro, dejando en nada las aspiraciones de Madrid. Cuatro años de entrega apasionada a una causa han fenecido en el Palacio de Exposiciones Bella de Copenhague, cuatro años que se suman a otros tantos empleados para defender la candidatura del ‘doce’, pero se ha caído como lo hacen los grandes: en la final.
La ciudad de Río de Janeiro organizará los Juegos de verano de 2016. Así lo ha decidido la mayoría del centenar de miembros de la Asamblea del Comité Olímpico Internacional. La candidatura brasileña ha derrotado en la final a la de Madrid. Antes, quedo elinada en la prera votación Chicago y en la segunda, Tokio.
El COI no ha atendido las razones defendidas la candidatura española, que basaba sus puntos fuertes en el hecho de que el 77% de las infraestructuras detivas ya están realizadas o en avanzado estado de construcción, así como en un apoyo popular del 86%.
Los miembros del máxo organismo olímpico tampoco han interiorizado el llamamiento del Rey don Juan Carlos y del resto de autoridades que han defendido a Madrid 2016, entre los cuales estaban el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; la presidenta regional, Esperanza Aguirre; el alcalde de la capital, Alberto RuizGallardón y la consejera delegada de Madrid 2016, Mercedes Coghen, entre otras. Ni tan siquiera han sucumbido a los encantos de Mercedes Figar, la hija de Coghen, que pidió en una intervención emotiva el voto para la ciudad en la que reside.
Como ella, un ramillete de detistas de prer nivel, con Raúl González como icono popular más perceptible, defendieron con ardor a la candidatura madrileña, pero se ha puesto la spatía de Río de Janeiro.
De todos modos, queda el legado. Un buen número de instalaciones detivas, entre las que sobresalen la Caja Mágica y el Telefónica Arena, han quedado construidas. El Estadio Olímpico, más conocido como ‘La Peineta’, también será una realidad en los próxos años, convirtiéndose en el terreno de juego en el que disputará sus partidos el Atlético de Madrid. Eso no hablar de otro tipo de infraestructuras que, aunque no ligadas directamente a la organización de los Juegos, se han levantado pensando en las necesidades de una eventual sede olímpica, caso de los túneles de la M30 o la Terminal 4 de Barajas. Todo eso queda para disfrute de los madrileños y, supuesto, la agen de la capital en el mundo ha salido reforzada splemente el hecho de haber sido candidata.
Es la tercera vez que Madrid se queda en puertas de ser elegida ciudad organizadora de unos Juegos Olímpicos. Ocurrió con ocasión de la cita de 1972, en la que fue derrotada Munich, y, más recientemente, en 2005 cuando se eligió a Londres como sede de la edición de 2012. Entonces, como ahora, escoció la elinación, toda vez que Madrid perdió en la tercera votación sólo dos votos… y hay que tener en cuenta que un miembro del COI se equivocó al pulsar el botón. Podíamos haber ganado en una final ‘tete a tete’ con París, pero se esfumó el sueño. Ahora, el hecho de que los próxos Juegos se disputen en una sede europea ha pesado, sin duda, en contra de las aspiraciones de Madrid. Se ha vuelto a materializar la fatídica rotación de continentes, una norma no escrita que se aplica desde 1952. Habrá que esperar a mejor ocasión, pero no será de nuevo fácil. Si Madrid se quiere presentar para la cita de 2020 se las tendrá que ver previsiblemente con París, Roma y Berlín, otras tres urbes europeas, además de Buenos Aires, y a otras que quieran apuntarse al carro en los próxos meses. Sólo la capital francesa ya infunde respeto, máxe si se tiene en cuenta que la patria del barón de Coubertain no ha vivido de cerca los Juegos de verano desde el lejano año de 1924, Berlín desde 1936 y Roma desde 1960.
Claro que Madrid, la única gran capital europea que no ha conocido de cerca los Juegos, también tiene una espina clavada con el COI, pero hay que recordar sin ir más lejos que Barcelona consiguió su propósito a la quinta otunidad, lo que la capital española aún puede sumar alguna experiencia más. Es la hora de aprender de los errores, algunos de ellos planteados la Comisión de Evaluación en su visita de mayo, y de plantearse qué hacer en el futuro. El entusiasmo de los madrileños, puesto de manifiesto hoy mismo en la concentración de apoyo que ha tenido lugar en la Plaza de Oriente, combinado con otros grandes momentos que han quedado en la retina como el acto del pasado domingo en la Plaza de Cibeles, donde se dieron cita 400.000 personas, permite augurar que el sueño olímpico tiene bases fuertes y se puede intentar de nuevo. Pero la decepción no se puede borrar y la ‘corazonada’ no ha tenido la recompensa que se esperaba.
También tendrá que hacer una reflexión la cara visible de la candidatura, el alcalde, Alberto RuizGallardón, que ya el 2 de septiembre afirmó que ‘asumiría toda la responsabilidad’ en el caso de no salir elegidos. No ditiría, dijo, pero vería esfumado el objetivo prioritario de su mandato, como él mismo señaló. Son, además, dos derrotas consecutivas, lo que duele aún más, aunque ésta haya sido in extremis. Claro que el proyecto era espléndido, el segundo mejor según la Ejecutiva del COI, que le asignó una nota de corte de 8,4, sólo detrás de Tokio.
Ha fallado únicamente convencer al heterogéneo sanedrín olímpico, del que forman parte detistas, presidentes de comités nacionales y de federaciones detivas junto a aristócratas y jeques árabes, un grupo ‘posible’ de dominar, como reconocía hace escasas fechas el presidente del COE, Alejandro Blanco, más que tengan influencia voces como la del Rey don Juan Carlos, olímpico en 1972, no hay que olvidarlo, o el ex presidente del COI Juan Antonio Samaranch, una influencia que no ha pesado lo que se quisiera, quizá debido a la entrada de una veintena de miembros del COI anglosajones desde la llegada a la presidencia de este organismo del cirujano belga Jacques Rogge.
Ese sanedrín ha confiado en Río de Janeiro, como en 2005 apostó Londres, un proyecto más virtual que real. Por el bien del olpismo, habrá que desear suerte al ganador y para Madrid queda la satisfacción del deber cumplido, de haber mantenido alto el pabellón, algo que ha de llenar de ‘orgullo’ a los madrileños y, extensión, a todos los españoles, como decía en las horas previas RuizGallardón desde Copenhague.
Y habrá que volver a la rutina con algo de la ilusión perdida, aunque la realidad de la crisis económica se ponga en el día a día. Otra vez será. En todo caso, ha valido la pena haberlo intentado. Queda el regusto agridulce, pero la realidad de que el dete español goza de excelente salud con una generación de oro de la que forman parte desde la selección de baloncesto, flamante campeona de Europa, hasta Rafa Nadal o Alberto Contador, no hablar de los paralímpicos. Ellos seguirán a buen seguro dando alegrías a los españoles. Y el sueño olímpico se puede retomar, sólo hay que proponérselo. La meta está sólo un poco más lejos.
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