El tiempo de respuesta ante un obstáculo es un 26% más rápido tras beber un refresco

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La fatiga es la cuarta causa de siniestralidad con víctas mortales en las carreteras españolas. En 2008 se produjeron en España 136 accidentes mortales fatiga y sueño en carretera, con un resultado de 151 muertos y 62 heridos graves.  Un estudio realizado el Instituto de Investigación de Ingeniería de Aragón de la Universidad de Zaragoza demuestra la eficacia de un refresco tras horas de conducción y cómo aumenta la capacidad de atención parte del conductor.

 

Las largas horas al volante están aseguradas cuando llegan vacaciones u otras festividades. Tras pasar horas en la carretera, las capacidades de atención, percepción y tiempos de respuesta se ven enormemente reducidas. Es la conocida fatiga, que se muestra como la cuarta causa de siniestralidad en las carreteras españolas. Ante esto y el aconsejable descansado cada dos horas, un refresco se muestra como la mejor solución. Así lo demuestra un estudio del Instituto de Investigación de Ingeniería de Aragón de la Universidad de Zaragoza, a través del Grupo de Seguridad vial y Accidentes de Tráfico.

 

Y es que, de acuerdo con las pruebas realizadas en un sulador de conducción en carretera, la identificación de objetos y el tiempo de respuesta fue más rápido en los voluntarios que habían ingerido algún refresco. De esta forma, el consumo de bebidas refrescantes mantiene las capacidades de atención y percepción de los conductores en situaciones de cansancio y fatiga. Este hecho es palpable a la hora de reaccionar ante la presencia de obstáculos. En las pruebas, el tiempo de respuesta de aquellos que tomaron un refresco fue un 26% más rápido.

 

Estos datos son especialmente significativos si tenemos en cuenta que el tiempo medio necesario para accionar el freno es de un segundo, aquellos que no tomaron refrescos tardarían 1,26 segundos, un 26% más. De esta forma, cuando se circula a 120 kilómetros hora el vehículo habrá recorrido 8 metros  (a razón de 33 segundo) antes de iniciar la frenada, lo que aumenta el riesgo de colisión ante un obstáculo o retención repentina durante un desplazamiento.

 

La investigación se realizó sobre una muestra de de 80 voluntarios que previamente se sometieron a una serie de pruebas médicas para determinar su buen estado de salud general, además de reunir las condiciones legales psicofísicas requeridas para conducir. La unidad de bebida se estableció en 330 ml (una lata o un botellín estándar). La cantidad que cada conductor debía tomar se calculó en función del índice de masa coral (IMC) de cada uno. Tras la ingesta de la bebida, los voluntarios realizaron dos tipos de pruebas, las preras con el apoyo de dos polireactígrafos y las segundas con unos suladores de conducción.

 

¿Conclusión? El profesor Juan José Alba, Director del Grupo de Seguridad Vial y Accidentes de Tráfico de la Universidad de Zaragoza y Director del estudio, ulta que ‘se pudo observar que, con el paso del tiempo de conducción, los voluntarios que ingerían bebidas refrescantes mantenían su capacidad de respuesta en los distintos escenarios de conducción que se les iban planteando’.

 

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