¿SE PUEDE SUSTITUIR EL COLTÁN?

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En la madrugada del domingo vi un excelente retaje sobre el coltán en La Noche Temática. Es el mineral utilizado para hacer los chips usados en todos los dispositivos electrónicos que utilizamos en occidente: móviles, ordenadores, televisores, consolas, satélites, armas teledirigidas. Sabía que más del 80% de las reservas mundiales de este mineral estratégico está en Congo, y que el dominio de las minas y de las riquezas de la zona ha provocado una sangrienta guerra civil que dura desde los años 90. Como el conflicto ya no sale en los informativos, y lo que no sale en informativos no existe, parece que ya no pasa nada.

 

En Médicos sin Fronteras me cuentan que en torno a las minas de coltán hay una guerra constante a baja intensidad de terrible violencia. Las minas están protegidas intereses armados, y es difícil acceder a ellas. Por eso no pueden acudir las ONG,s, y no hay un informe que diga a quien se vende este mineral desde 2003. Se sabe que se vende vía Ruanda (que no tiene ni una mina de coltán) para salir “lpio” hacia las grandes empresas tecnológicas que lo compran. Las firmas tecnológicas tienen firmado un compromiso de que el material que compran no tiene un origen sangriento.  ¿Basta con mirar a otro lado para que no exista el problema?

 

En Médicos sin Fronteras me dicen que la clave para acabar con el conflicto sería que cada comprador de móvil o de televisor de plasma o de videoconsola supiera, al hacerlo, que está manchado de sangre. Las minas de coltán no se mantienen sobre una guerra más. En el retaje de La Noche Temática salían mujeres que decían que lo peor no era ser violadas 40 soldados, sino las torturas a que las sometían. Un misionero de la zona hablaba del coltán sangriento, y decía que también están ensangrentados los chips que con él se fabrican y los aparatos electrónicos en los que se ponen. Si realmente fuéramos conscientes, no nos taría que lo sustituyeran otro material menos eficiente. Pero nadie quiere encabezar el cambio, todo esto es muy incómodo.


SUSANA BLÁZQUEZ

PERIODISTA

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