No es una frase nueva, pero sí una forma de entender la política que cada día cobra más fuerza en la paramera política que nos circunda, a la vez que se actualiza y se retroalenta y que elevó a nivel de categoría nuestro presidente del gobierno al poco tiempo de llegar al Palacio de la Moncloa.
Aunque el pensamiento que condensa la citada frase viene de lejos, lo que respecta a nuestra reciente historia política, todo empezó con la mala pasada que le jugaron los micrófonos al presidente Rodríguez Zapatero con motivo de la Cumbre Euromediterránea celebrada hace unos años en Barcelona y que dejaron en evidencia los esquemas mentales que rigen en el presidente del gobierno cuando las cosas se tuercen y su prestigio está en juego.
En aquel momento, el presidente, dirigiéndose a su director del área internacional de Moncloa, ordenó “cerrar” un texto “como sea”. “Los textos no van muy bien, estamos intentando cerrar algo”, le dijo Casajuana al presidente quien, a su vez, respondió en tono perativo con un “hay que cerrar, hay que cerrarlo como sea, ¡vamos!”. Que el texto incore el ocho o el ochenta, que concluya con posiciones a favor de unos o de otros, es una cuestión menor como se vio y se sigue viendo, cada vez con mayor frecuencia de la deseada, y que resume una tendencia a creer que la realidad la puedes conformar a tu antojo.
El “como sea” puede interpretarse, según la procedencia del analista, de dos formas. La prera, podría ser el equivalente a la muy hispana forma de ” cojones”, mientras la segunda no deja de ser la concepción popular de la más complicada ecuación, a medio camino entre la ética y la moral, condensada en el archifamoso pensamiento de “el fin justifica los medios” de aquel entrañable florentino de nombre Maquiavelo.
No quiere decir esto que compararemos a Rodríguez Zapatero con un hombre sple ni tampoco con Maquiavelo, para quien los fines políticos eran inseparables del bien común y en esa justa o injusta medida preconizaba la separación de la política de la moral y que tuvo su traducción más directa en su obra, “El Príncipe”, libro que encierra, cuanto de práctica y reglas de gobierno pueden apetecer a cualquier líder político, dispuesto a no reparar en medios para alcanzar sus fines.
Nuestro presidente ha dado más que sobradas muestras de sus intentos conformar la realidad a sus deseos y de ello las hemerotecas son mudos testigos de cómo lo que hoy es blanco, mañana se convierte en negro y de cómo lo que hoy resulta bueno, mañana se convierte en un atroz atentado contra la estabilidad del sistema. La crisis económica, se ha convertido en un paradigma más de esta controvertida forma de entender la política y que algún día alguien tendrá la paciencia de poner en orden todos, uno detrás de otro, los “como sea”, para comprobar cuan errático ha sido el deambular político de nuestro presidente.
Mientras tanto, toca esperar y comprobar cómo el paisanaje se adecua al paisaje e incora, como propias, formas de comtamiento repletas de relativismo y de escasas convicciones, aunque eso sea tremendo para una sociedad que sabe que lo prero de todo es tener claro el fin que se persigue y da la sanción que mientras el medio parece claro, el destino no lo está tanto.
Carlos Díaz Güell es vicepresidente ejecutivo de Serfusión, consultora de comunicación,