Psicofármacos en la Infancia, un análisis desde la Psicosociopatología

beltran
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Once millones de prescripciones de antidepresivos al año sólo en jóvenes o 2,5 millones de antipsicóticos en jóvenes también en un año. En Estados Unidos un niño o niña huérfano tiene 16 veces más probabilidades de ser medicado. Una de cada cinco visitas al pisiquiatra de una persona joven termina en una receta de antipsicótico. Son datos recogidos el grupo de trabajo de la Federación que preside el Dr. J.M. Són Castellví, preocupada el alarmante aumento de las prescripciones de fármacos psiquiátricos en niños, especialmente en Estados Unidos, texto publicado en la edición española del “Osservatore Romano”.

 

El aumento de problemas emocionales y de comtamiento en niños y adolescentes occidentales tiene su génesis en una sociedad hiperestulada, donde las ágenes de los medios de comunicación saturan a la persona de deseo de saciedad, felicidad y bienes materiales, ofreciéndole unas expectativas irreales. Aquellos que no se ciñen a los estándares de comtamiento y control definidos padres, escuelas o gobiernos, se transforman en “problemas” que deben solucionarse. Y la respuesta automática es muchas veces la prescripción de un fármaco. El distrés del niño se reduce a una “alteración bioquímica”. A medida que se realizan más y más diagnósticos y que más pacientes y proveedores de salud se encuentran cómodos respondiendo mecanizadamente, la alteración médica se transforma en estructural y define a su conveniencia la situación de “normalidad” de una conducta infantil. Precisamente sobre la enfermedad bipolar en niños y adolescentes, se experenta un retraso en el diagnóstico superior a los 18 meses, en el 75% de los casos. La diferente presentación del trastorno en niños y en adultos explicaría, en gran parte, este retraso, según un estudio conjunto de la Clínica Universidad de Navarra y de la Universidad de Harvard.

 

En concreto, la investigación se realizó sobre una muestra de 38 niños y niñas que habían sido diagnosticados de enfermedad bipolar en la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra, durante un periodo de seis años. Los síntomas estaban presentes antes y en el momento del diagnóstico, se analizaron antecedentes psiquiátricos familiares, tratamientos que habían recibido y rendiento escolar. El objetivo era describir la enfermedad para que se pudiera reconocer y realizar una intervención temprana.

 

Como consecuencia, se halló una prevalencia del trastorno del 4,6%, un centaje que se aproxa al observado en algunos estudios estadounidenses con muestras clínicas silares. Los resultados sugieren que la enfermedad bipolar se presenta en niños y adolescentes más allá de las fronteras estadounidenses, frente a las críticas y cierto escepticismo de una gran parte de los científicos europeos. La edad media en el momento del diagnóstico fue de 13,9 años.

 

Así, el estudio reveló que sólo un 25% de los pacientes son diagnosticados en los preros siete meses desde que se manifiestan los síntomas del trastorno. En otro 50%, el plazo hasta lograr una valoración correcta se sitúa entre los 18 meses y los tres años y cuatro meses. Este retraso supera los tres años y cuatro meses en el 25% restante.

 

Los médicos, dice el autor del trabajo Psicofármacos para niños, moda peligrosa, “tenemos que pensar siempre en otras posibilidades antes de prescribir un psicofármaco a un niño”. Con ello, quieren colaborar en el desarrollo de la profesión médica y promover la salud y el trabajo social, especialmente en estos involuntarios pequeños pacientes.

 

Me ha sorprendido al análisis de Són Castellví, en donde se relaciona el mundo de hoy y su psicosociopatología, desde la más tierna infancia. Es lo que hay y lo traigo a colación, posiblemente para sorpresa de algunos y realismo vital de otros. Seguro.

 

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