Ahora resulta que la libertad, como siempre ha sido, está basada en la seguridad. Lo que no había ocurrido hasta el momento es que un sistema de control masivo en los aeropuertos llevara plícito la puesta en peligro de cuestiones biológicas como consecuencia de la prevención necesaria.
La radiaciones son en general transferencias de energía de unas fuentes a otras y no conviene olvidar que alrededor del 70 ciento de la exposición a las radiaciones ionizantes a las que está expuesta la población en general provienen de fuentes naturales que no podemos evitar. Me refiero a las que se originan en el aire, en los alentos, en el espacio, esas que provienen de los rayos cósmicos. Se puede decir que el ser humano está expuesto continuamente a radiaciones naturales. Pero también es verdad que hemos sacado grandes beneficios en la industria y en la medicina para resolver con eficacia aplicaciones en el ámbito de los tratamientos, como es el caso de la Medicina Nuclear y la Radioterapia o bien en el apasionante mundo de los diagnósticos con la Radiología y la Medicina Nuclear.
Ahora se trata de adentrarnos en el terreno de una especie de Radiobiología social para intentar estudiar, describir y comprobar los efectos que tiene la radiación ionizante cuando se instalen los escáners en los aeropuertos. Se trata de estudiar en profundidad la dosis de radiación que puede percibir cualquier individuo según el número de viajes que realice al año. De momento hay que asumir que las dosis son acumulativas y que los estudiosos de esta innovadora seguridad tendrán que procurar que el límite de radiación previsto no supere los milisiber año que nos permitan no correr riegos. Seguro.
Dr. Bartolomé Beltrán