Lo han puesto en la calle. No quiere hacer el servicio militar que tiene pendiente en su país, que dice que pueden atentar contra su vida. Es Ali Agca el tarao que atentó contra un Papa y luego le exigió que desvelara el nombre del Anticristo que ha de venir si es que quería curar del Parkinson que padecía el ya anciano pontífice. Juan Pablo II le perdonó con las cámaras delante. Hizo bien, que esa agen dio la vuelta al mundo y avergonzó aún mas a los turcos, que tienen en este asesino de periodistas, el compatriota que mas los abochorna y los denigra. Dicen quienes nos cuentan su puesta en libertad, que, a partir de ahora, se va a dedicar a ganar dinero a espuertas con sus “exclusivas” y las películas que se rodaran sobre su “ingrata” figura . Se considera a si mismo una vícta y le ta un carajo el daño causado a sus semejantes. Seguramente pasará a la historia como ya lo ha hecho Ramon Mercader, aquel militar hispanosoviético que asesinó en Méjico al disidente Trosky con un piolet y que luego fue galardonado la KGB con una medalla que le acreditaba como héroe de la Unión Soviética. Ahora que no existe esta tenebrosa organización, no sabemos, si alguno de sus ex miembros, también le hará los honores al otomano su fallido atentado encargo. Cosas peores hemos visto, aunque está ya rozaría el esperpento, que una cosa es dejar libre a un mal nacido y otra muy distinta es que a estas alturas de la historia alguien le ría las gracias.
Manuel Fernando González
Editor
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