Volvemos a hacer gala de la tremenda hipocresía de los debates nucleares en este país, donde no somos capaces de desarrollar a fondo y con rigor el presente y el futuro energético de España. Lo que es seguro es que hay que instalar un cementerio nuclear nacional, para dejar de pagar a Francia el alquiler de 45.000 euros al día, que subirán a 60.000 euros diarios en próxas fechas, permitirnos enterrar en su territorio nuestros residuos nucleares. Esto es indiscutible. España tiene cuatro minialmacenes de residuos nucleares en cuatro de sus ocho centrales en funcionamiento, con un nivel de seguridad prácticamente del cien cien. Y nadie ha protestado. La ubicación del definitivo ATC (Almacén Temal Centralizado) es competencia exclusiva del Ayuntamiento de la localidad que finalmente lo acoja. Sobre la mesa, hay dos candidaturas. Una es Yebra, Guadalajara, donde el Pleno municipal ha aprobado el ATC, los rendientos económicos y de puestos de trabajo que generaría al pueblo. Y el otro es Ascó, Tarragona, donde el alcalde está a favor también, la misma razón. Frente a ellos, tenemos a la opinión pública dividida. Los ecologistas denuncian que se generan enormes peligros para el Medio Ambiente y para la salud de los vecinos. La derecha está más a favor que pra el progreso y el trabajo ante un miedo que no está explícitamente justificado. Las Centrales Nucleares de nuestro país actualmente nos procionan sólo el 18 ciento del consumo energético. A mediados de la legislatura de González, éste decidió una moratoria que puso fecha de cierre a todas las centrales. Veinte años después, nos encontramos con ocho centrales obsoletas, casi muertas y con fecha de caducidad, pero que han generado y generan residuos que en alguna parte habrá que enterrar. Paralelamente a ello, no se ha invertido en desarrollar centrales de Tercera Generación, tecnológicamente más eficaces y sin riesgo. Justo al revés que nuestros vecinos europeos, Francia o Bélgica, que autoabastecen nuclearmente un 80 ciento de su consumo energético, y cuyos altos beneficios invierten en el desarrollo de energías renovables y centrales nucleares de Tercera Generación, mucho más lpias. Cabe reconocer que, frente al rechazo a las nucleares, España ha desarrollado desde hace quince años un programa de energías renovables y alternativas que nos ponen en el número uno del ranking mundial, pero a día de hoy es insuficiente. Y finalmente, como casi siempre, la clase política ha optado , en lugar de sentarse y explicar abiertamente el fondo del debate, llevarlo al terreno del bando político, lo que sitúa a sus dirigentes en franca contradicción. Mientras los socialistas no quieren energía nuclear pero sí cementerio no les queda otro remedio los populares sí quieren energía nuclear pero no cementerio.
Concha Minguela
Directora de Gente en Madrid