El que un grupo de inversores quiera inyectar seiscientos millones de euros en Prisa, es para sus enemigos naturales, una muestra de debilidad. Para los que nos lo miramos desde el afecto, se trata de una buena noticia, en unos momentos, en los que la crisis esta golpeando a la empresa de la familia Polanco con singular dureza. Una familia que, lo que parece, va a perder su mayoría accionarial, pero que consigue que los bancos no se queden con el negocio y destrocen la línea editorial del grupo. Habrá más novedades, nos anuncian nuestros “voceros” internos, quienes ven un negro futuro a su prer ejecutivo Juan Luis Cebrián, quien tendrá mucho tiempo en los próxos años para hacernos notar sus adormecidas dotes literarias como Académico y escritor que es. Personalmente, esa parte, no la veo tan clara, que si quienes atan ahora los dineros son conocidos suyos, seguirá en el “machito”,que decían en la Transición, y si lo son del Gobierno Zapatero, habrán de pactar su salida hacia algún destino honorable como míno, desde donde sacudirá sopapos a todo aquel que le haya hecho la puñeta. Hoy he leído en Hispanidad que Botín y los demás se han dejado extorsionar PRISA el asunto de la renovación de la póliza de crédito. Hombre, muy buen papel no han hecho, ni tampoco el trato que le han dado a los editores, es el mismo que nos dan las entidades a los ciudadanos de a pie, pero tampoco ha llegado la cosa hasta el navajeo puro y duro, previo al atraco, sobre todo, si tenemos en cuenta “la inyección financiera” que va a recibir el grupo próxamente, que les habrá sabido a gloria a los banqueros. Por eso uno cree que con la “marcha atrás” se tratan de salvar los muebles de todos con la mayor dignidad posible, o si lo prefieren, escenificar aquel varonil juego de nuestra juventud, cuando dos nos cogíamos firmemente y con la diestra, “las ‘partes nobles” del contrario y nos decíamos mirándonos fijamente a los ojos:¿A que no nos haremos daño? .
Manuel Fernado González
Editor
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