JOSÉ

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“José se llamaba el padre, Josefa la mujer y al hijo que tuvieron también le pusieron José”. Y así hasta que se aburra…Una canción popular para un nombre popular, que ¿quién no tiene un Pepe en su vida? Pepe siempre ha sido el nombre excelencia en esta España nuestra. Fue desbancado los Jonathan Jesús en aquella época en la que se abrió la veda y usted podía llamar a su hijo, para mayor gloria de quien lo dijera Puerta, ejemplo. En los tiempos en los que el Bautismo era un sacramento, la Iglesia le sugería que le llamara al menos, María de la Puerta, que así la niña no tenía daños colaterales. Luego llegó Bisbal, y le llamó a su churumbela, Ella. Así no había problemas, ni Mari Ella, ni María de la Ella. Ella a secas. El don de la ubicuidad se lo dio de una vez… Díselo a Ella, dónde está ella, y puede ser, o esa, o ésta…pero siempre es Ella como dice Alejandro Sanz en sus cánticos.

 

Y como no podía ser de otra manera, nuestros dos últos presidentes se han llamado José. El más popular es el últo. Nadie le llama su nombre. Tiene más motes que los pepes de mi época, pero curiosamente nadie le ha dado decir Pepé Luis. Siempre le dicen Zetapé, con todas las letras, Rodríguez Zapatero, cuando se acuerdan de su padre y así, todas las permutaciones que usted prefiera. Y ¿qué me dicen del otro Pepe?, el de las Azores. A nuestro anterior presidente le llamaban Jose Mari, José María, Aznar, pero tampoco escuchamos Pepe. Y para los españoles, esos que tiran de la caña a mediodía con la tapa a ser posible y los amigos en el bar, referirse a un José como Pepe, no solamente es bueno, sino que empieza a ser necesario.

 

José fue el padre del Niño Jesús, y eso celebramos mañana la fiesta si alguno se despista. La figura del padre en la vida de una persona le marca de vida que es la estructura sólida, eficaz y consolidada sobre la que se apoya un infante. Sin padre la vida no es lo mismo. Las madres dan la vida, dan cobijo y energía pero el padre es el muro de las lamentaciones; ese que parece indestructible y que jamás se va a ir. Este es un canto a los varones que son padres. Esos que están, que están siempre enca, que se preocupan y se ocupan y son los grandes olvidados. Esas personas tantas veces ninguneadas la sociedad que se sienten inermes cuando hay separaciones y se ven desprovistos de armas necesarias para sobrevivir. Entonces solamente existe la madre y eso no es cierto.

 

Los padres, los varones, los hombres  también dan a luz, tienen a sus hijos en el alma; sus hijos del alma siempre consigo. Es entonces cuando se ve al la figura de Pepe, el Santo varón, que no olvidemos que el hombre es bueno y noble naturaleza. Y si es buen padre, puede llegar a ser la descojonación, y disculpen el término pero está bien traído solamente en este caso.

 

Felicidades si es usted padre. Siga apoyando a sus hijos, que éstos le necesitan. Y siempre, su figura estará presente en sus vidas. A los que no lo tienen miren hacia arriba y piensen que cada mañana un trozo de lo que es usted se lo enseñó con mucho disgusto que usted no aprendía, ese al que llama todavía padre va con usted siempre. Y a los Pepes, celebren su nombre con lo mejor que tengan, váyanse a las Fallas a ver la luz y el color, y sueñen que alguna vez tendremos un presidente que no se llamará José. Y entonces, España, a lo mejor sale de la crisis.

 

Felicidades en cualquier caso a todos los Josés, incluido tú Zetapé… ¡Felicidades Papá, miraré como siempre hacia arriba!

Ana De Luis Otero
Periodista

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