Periodistas en zonas de conflicto: escribir se convierte en terapia

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DÉBORA RAMÍREZ. Gavin Rees, director del Dart Center for Journalist & Trauma en Europa y ex redactor de la BBC y Chanel 4, asegura que los periodistas que cubren situaciones de desastre son propensos a vivir los mismos procesos psicológicos de trauma que experentan las víctas de estas catástrofes tales como una sensación de ‘reexperiencia’ que hace revivir los sucesos, un estado de alerta el flujo de adrenalina y un sentiento de vacío y alejamiento de la realidad. Lo explicó durante su conferencia ‘Medios de comunicación, desastres y trauma: ¿informar sin dañar a la población?’, organizado la Universitat Jaume I (UJI) de Castellón en Benicàss.

 

Fotografía de Mikel Ayestarán.

 

¿Cuáles son sus plicaciones? Julio Bobes, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica e investigador del Grupo de investigación preferente Cibersam ha explicado a prnoticias que el estrés postraumático lo pueden vivir tanto las personas que han experentado la situación como aquellas que han revivido esas circunstancias poniéndose en el lugar de los otros. ‘El periodista no es un Superman y no está preparado para superar situaciones de estrés y de catástrofe y esto puede desencadenar problemas psicopatológicos’ dice.

 

Bobes también nos cuenta los cuadros más habituales que sufren los profesionales de la información. ‘Se genera una situación de ansiedad y angustia generalizada, donde los ciclos de sueñovigilia se alteran: la persona presenta alteraciones del sueño. En otras ocasiones se desencadenan comtamientos equitativos: cada vez que la persona tiene que volver a cubrir cosas parecidas aparece de nuevo una afectación de desencadenamiento de todos estos síntomas. Otra patología es la reminiscencia: los acontecientos aparecen como pensamientos rumitativos, no salen de su cabeza aunque le gustaría olvidarlos’ describe.

 

Para Julio Bobes la mejor terapia para superar estas situaciones es verbalizar lo vivido y los sentientos experentados ‘para ventilar parte de la angustia y a ubicar mejor el proceso psicológico de esta desgracia’.

 

No obstante, los periodistas no suelen compartir sus experiencias con amigos y familiares. Alfonso Armada ha cubierto el cerco de Sarajevo, el genocidio de Ruanda y todo tipo de situaciones en países africanos como la República Democrática del Congo, Liberia, Angola, Mozambique, Sudán o Somalia. Además, era corresponsal en Nueva York cuando se produjo el ataque contra las Torres Gemelas. Para él, comparar el sufriento de los que cubren los conflictos con el de las víctas es inaceptable. ‘Las consecuencias del conflicto y la exposición son infinitamente más devastadoras en las personas que lo viven que en quien va a cubrirlo’ afirma.

 

Armada confiesa que de toda su carrera lo que más presión le dio fue el genocidio de Ruanda y las consecuencias en la República Democrática del Congo. ‘Tardé mucho tiempo en superar eso. Al volver a España tardé mucho en hablar de ello. Escribía en un diario todo lo que se me pasaba la cabeza, y eso es una forma de terapia. No lo hablaba con mi familia y con mis amigos. La forma de compartirlo era con el propio trabajo, cuando escribía las crónicas y los retajes’ declara.

 

El periodista de ABC nos describe cuadros de horror que le produjeron pesadillas durante meses. Después de ver morir a millares de personas un episodio de cólera en el Congo durante las emigraciones masivas tras el genocidio de Ruanda, ‘estuve mucho tiempo soñando con cadáveres’ dice. Aunque él asegura que se desmarca de cualquier cuadro psicológico y que lo que padece es una ‘profunda indignación’. ‘Me provoca irritación que los medios se hayan vuelto tan ciegos y narcisistas y se olviden de lo que pasa en el mundo’ defiende.

 

Mikel Ayestarán, periodista freelance colaborador de los diarios del grupo Vocento y de la televisión pública vasca, afronta las situaciones con cierto complejo de deformación profesional. ‘A veces te entra complejo de buitre, pero te justificas diciendo que se trata de tu trabajo y que alguien tiene que hacerlo. En el fondo lo que pensamos, o yo al menos pienso, es lo afortunados que somos de tener a nuestras familias y colegas lejos de todas estas escenas o a salvo de ellas. Porque pese a todas las víctas que uno puede ver o sobre las que puede escribir o narrar sus historias, al final es el sufriento de los seres cercanos el que más te afecta’ confiesa.

 

Ayestarán es un periodista especializado en conflictos que ha estado expuesto a situaciones con un alto grado de violencia. ‘El peligro está en el ambiente y se percibe la tensión entre los civiles que viven condenados a sotar esta situación en el día a día, una situación a la que parecen acostumbrados y eso sotan los atentados de una forma pensable en nuestros países. Esta sombra del miedo te acompaña cada minuto y aunque el trabajo diario hace que a veces te olvides de la misma, siempre hay un resorte que te dice que debes tener cuidado. Por eso es tante oxigenarse y volver a casa cada cierto tiempo, esto ayuda a mantener el equilibrio. Yo no hablo mucho de mi trabajo, de mis miedos y fobias, he optado trabajar y viajar solo’ comenta.

 

Entre los episodios que recuerda especialmente se encuentra la guerra entre Hizbolá e Israel en el lado libanés. ‘Más de mil civiles murieron en un mes de guerra y vivíamos entre el hedor de los cuerpos que se descomponían bajo los escombros de las casas’ lamenta. ‘Lo que realmente no se olvida es el sonido del llanto de los familiares y amigos que recogían los restos de los suyos’ concluye.

 

Seguiremos informando…

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