El naciento de María colmó de felicidad a una familia, que pronto comenzó a mostrarse preocupado las actitudes que desarrollaba la pequeña. Su desarrollo era mucho más lento que el de los otros bebés de su edad, y con once meses todas las alarmas comenzaron a sonar. María no hablaba nada y apenas podía mantenerse erguida, señal de que algo no iba bien. Cuando sus padres la llevaron a realizar una exploración el diagnóstico fue claro, su desarrollo era el equivalente al de un bebé de seis meses, María sufría de autismo.
Desde entonces todos los esfuerzos han sido pocos para intentar que María lleve una vida lo más normal posible. El film hace un relato, a modo de historieta de comic y con unos toques de humor de gran calidad, de cómo se desarrolla el día a día de una niña de catorce años con este tipo de patología. Desde hace años María vive con su madre en Canarias, a 3.000 kilómetros de Miguel, su padre, que vive en Barcelona. Pero esa distancia no ha supuesto ningún obstáculo para que ambos desarrollen una estrecha y cómplice relación. Como muestra de ello son los viajes que realizan durante las vacaciones a una zona del sur de la isla.
Una de las ‘obsesiones’ de María son las rutinas. Durante estos viajes: se levantan, desayunan, salen a dar una vuelta alrededor del hotel (siempre la misma ruta supuesto), padre e hija van a la piscina, comen y duermen la siesta y disfrutan de la playa y sus momentos de soledad y calma. Sus días se desarrollan con toda la normalidad posible, entre gestos de cariño, comprensión y en especial de complicidad. Imágenes entrañables, difíciles de olvidar todas ellas con un componente común, una sonrisa. Un ejemplo y una esperanza para aquellas personas que se enfrentan a esta situación.
Resulta sorprendente el dominio de nuestra protagonista para hablar en castellano y catalán de manera muy fluida y en especial de su prodigiosa memoria para lo nombres y para relacionar los parentescos entre estos. Como reivindicación y desenlace de la película Miguel Gallardo ha resaltado que ‘No deseamos que María sea igual o tenga las mismas otunidades que los demás chicos de su edad, sino más, que las personas que padecen de autismo lo necesitan y sobre todo, lo merecen’.
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