Fiel a la tradición de todos los años, su Majestad el Rey ha rogado al Patrón de España que nos cubra con su manto protector, y ya puestos a pedir, se ha encomendado al Apóstol para que mantenga la cohesión del Estado, haga más solidarias a las autonomías y fomente todo aquello que nos une. Casi nada. Don Juan Carlos le ha pedido al Santo que nos eche una manita para resolver cuanto antes la crisis económica e institucional que atraviesa España, pero más que una profesión de fe, el llamamiento del monarca es una apelación a la desesperada al milagro: “Señor Santiago, ilumina a nuestras autoridades políticas, económicas y sociales para que sirvan con generosidad al interés general y favorezcan la cohesión y el entendiento”, ha pedido el Rey. No ha podido estar más otuno poniendo el acento de su petición ante aquello que une a los españoles frente a los intentos disgregadores de unos cuantos. Ante tal tesitura, el Santo Patrón ha debido sudar incienso, pues nunca le habían encomendado labor más difícil pese a su reconocida capacidad de obrar milagros. Así que nos iremos de vacaciones confiando en el buen hacer del Apóstol para guiar a nuestros representantes en la dirección adecuada, la misma hacia la que se dirige la preocupación colectiva de los españoles. Qué falta nos hace la llamada del Rey poniendo el acento en el consenso donde sólo existe la confrontación, alguien que reclame la solidaridad y la cohesión entre territorios. Que eleve el discurso para los ciudadanos pensando en el bien de los ciudadanos, y no sólo en gobernar a los ciudadanos. Alguien que invite a “sobreponerse a las dificultades” y que inspire la confianza que otorga el citar términos como tolerancia y diálogo, consenso y respeto mutuo con plena convicción y sin buscar más intereses que el bien común. Es decir, generosidad de todos con todos. De momento, el Santo Patrón ha conseguido que nos paremos a reflexionar, y así nos iremos de vacaciones, con la reflexión en la maleta. Nos espera un intenso curso, en el que los partidos desplegarán su artillería para las elecciones locales y autonómicas. El examen previo en Cataluña marcará el nivel de desgaste del Gobierno y sus efectos en la siguiente cita autonómica y municipal. Confiemos en que la apelación al Apóstol surta su efecto y tengamos una campaña lpia y con debates de altura. Entretanto y hasta la vuelta, carguemos las pilas y disfrutemos lo mejor posible lo que queda de verano.
Alberto Castillo
Director de Gente en Madrid