Los muertos que Chávez no quiere ver

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El caso de la fotografía de la morgue de Caracas, que publicó recientemente el diario venezolano El Nacional, ha terminado en una prohibición “temática” para el medio y posiblemente con una multa del 2% de sus ingresos brutos anuales.

 

Otra sentencia judicial extiende la censura al resto de la prensa escrita del país.

 

La pactante foto muestra varios cadáveres amontonados, algunos de los que cada día “produce” la industria más pujante de Venezuela: la delincuencia.

 

El Poder Judicial venezolano ha notificado a El Nacional la prohibición de publicar “ágenes, informaciones y publicidad de cualquier tipo, con contenido de sangre, armas, mensajes de terror, agresión física, ágenes que utilicen contenidos de guerra y mensajes sobre muertes y decesos que puedan alterar el bienestar psicológico de los niños, niñas y adolescentes”.

 

Lo hace invocando el artículo 234 de la Ley Orgánica de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, pensando originalmente para la radio y la televisión.

 

Pero, ¿cómo debe reaccionar un periódico cuando obtiene una foto así?

 

La agen muestra decenas de cadáveres, incluso en el suelo de la morgue. Nada diferente a lo que retan a diario las televisiones desde las zonas mundiales de conflicto. No hay sangre, ni mutilaciones, ni rostros. Sólo muertos amontonados, susceptibles de generar en un niño la misma inquietud que cualquier fosa del Holocausto o las hambrunas camboyanas provocadas Pol Pot. Y no eso la justicia (es decir, el régen) puede vetar la publicación de tales fotografías históricas.

 

La decisión de la justicia venezolana ha negado incluso la difusión de ágenes de guerra. Esto es insólito y debe ser denunciado las organizaciones gremiales, pues afectaría incluso la cobertura de los conflictos mundiales.

 

Un periódico debe cuidar asuntos como estos, pero la naturaleza del hecho justifica la decisión periodística. Entre enero y junio de este año fueron asesinados 5.186 venezolanos. En 2009, se cometieron 16.047 homicidios. El Nacional no ha pretendido alentar morbos ni ofender a nadie, sino proyectar un revulsivo social en uno de los países más inseguros del mundo.

 

Detrás de todo está la mano del gobierno bolivariano, que intenta asfixiar —jurídica y económicamente— a uno de los periódicos más críticos con su gestión. Es preocupante el deterioro progresivo de la libertad de expresión en Venezuela.

 

El mismo Hugo Chávez que acorrala a los medios privados, con una supuesta defensa de la niñez, no tiene reparos en “mandar al cipote” a Tony Blair en cadena nacional de televisión (en horario infantil) o en estular personalmente el odio hacia lo diferente.

 

MICHEL SUÁREZ,

Periodista y escritor. Experto en televisión informativa.

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