La vuelta al cole es una ruina

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Poco a poco el verano va dejando atrás su cara más sofocante y septiembre nos devuelve a la normalidad de un curso que se presenta muy complicado para el Gobierno, con asignaturas pendientes como la negociación de los presupuestos, la huelga general, las elecciones catalanas, la subida de puestos o la reforma laboral. Complicado y asfixiante es también para las familias el esfuerzo de la vuelta al cole. Con los cinturones ya apretados al máxo, hay que hacer otro agujero para ajustar aún mas la maltrecha economía doméstica. Este año, el regreso al colegio le va a costar a las familias una media de 820 euros hijo, con un incremento sobre el año pasado del 6,2%. Cantidades a todas luces excesivas. Cualquier padre o madre que se acerque estos días a comprar  la interminable lista de libros y materiales escolares requeridos se echará las manos a la cabeza. Es un auténtico despropósito la ligereza con que los colegios encargan la compra de material de los alumnos. Lápices negros, de color, de mina dura y blanda, bolígrafos, marcadores, rotuladores, compases, reglas, escuadras, cartabones, grapadoras, carpetas archivadoras, cuadernos de anillas, de rayas, en blanco y de pentagrama, sacapuntas, gomas de borrar y un sinfín de utensilios más propios de una oficina profesional que de un aula donde apenas se enseña a los chavales a distinguir las fronteras de la comunidad autónoma correspondiente,  y donde ya casi no hay espacio para el razonamiento y el pensamiento. Textos escolares que no permiten pasar de hermano a hermano, pues no están concebidos en forma de fichas a las que añadir las supuestas novedades, que en la mayor parte de los casos cambian sin necesidad, y que obliga cada año a comprar libros repetidos. Y suma y sigue… rutas escolares, comedor, uniformes, ropa detiva, actividades extraescolares, y un largo etcétera. ¿Hay familia que lo aguante, economía que resista este desembolso, multiplicado dos o tres como media, en una coyuntura tan incierta como la presente? Hay ayuntamientos que promueven que los libros sean propiedad de la clase y no del alumno, evitando tener que comprar cada año los mismos. ¿Por qué no se extienden estas iniciativas? ¿Cuántas asignaturas dejan los libros a medio terminar? Pongamos algo de sentido común, para que, junto a un incremento de las ayudas a la compra de libros y material escolar, podamos asumir este gasto necesario, pero claramente desmedido.

 

Alberto Castillo

Director de Gente en Madrid

http://www.gentedigital.es/blogs/sinacritud

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