¡QUE RARO! ¿NO?

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¡Que maldita casualidad  que el lio de Murcia haya estallado al dÍa siguiente de la victoria de Tomas Gómez en Madrid. Y es que esto de la corrupción lo carga el diablo y la vigila en la sombra el incombustible Ministro del Interior, quien, incomprensiblemente se ha metido en el lío político madrileño, sin que nadie, ni el mo, se explique como. Lo cierto es que, a partir de hoy, dejaremos de referirnos a la derrota de Zapatero y comenzaremos a liarnos con la presunta corrupción en Murcia, una comunidad que ha crecido descaradamente en los últos años. La zona que se investiga, a los ojos de este viajero con destino a Almeria, que la ha visto crecer constantemente en sus viajes anuales y que siempre me ha dejado perplejo, tiene de todo: un campo de futbol parecido al Bernabeu y varios centros comerciales que quitan el hipo, además de centenares de viviendas y  casas adosadas de horrible presencia. En fin, un caos urbanístico, que ha tenido su justa réplica en los atascos en ese nudo de autopistas que pasan sus alrededores y que no son capaces, en horas punta, de dejarnos viajar confortablemente a nuestro destino final, ya que son muchos los murcianos que se incoran a la ruta ávidos de llegar a sus casas. Lo que siempre nos ha dicho nuestro sentido común, es que lo que allí se ha construido ha debido generar miles de empleos, pero también unas movidas de dinero colosales y unos proyectos urbanísticos de gran urbe. Y esas cosas, en los tiempos del pelotazo inmobiliario, es toda una tentación para mucha gente sin escrúpulos. Ha pasado en todas partes, y seguirá pasando. Pero ese es otro cantar y no el motivo de nuestra reflexión. Lo que hoy toca, es tocarse la mosca que tenemos en la oreja y comprobar, una vez mas, que las desventuras políticas que  afectan a este gobierno, suelen coincidir con espectaculares actuaciones de la Guardia Civil contra los presuntos focos de corrupción. ¡Que raro! ¿no?

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