LOS TOCAPELOTAS

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Entre el nacionalcatolicismo de antes que obligaba a nuestros abuelos y padres  a llevar una vida religiosa, casi fundamentalista y los “me cago en Dios” que se escucharon en la contramanifestación de gays y lesbianas en Barcelona no hay gran diferencia, ambas cosas, son detestables y para la gente normal, hasta rechazables. No es posible vivir en paz, si no nos acostumbramos a sobrellevarnos los unos a los otros. A aceptar con cordialidad la visista de un Papa a nuestro país aunque no seamos católicos y a recibirlo con entusiasmo si lo somos. Ambas dos actitudes son democráticas y respetables. El que un cura le pegara una ostia a mi abuelo Emilio que se fumaba un cigarrillo en una procesión de alabanza a la Cruzada, allá el 39, o blasfemar en público para ofender a un Pontífice de Roma, como ha pasado en las  últas horas, son situaciones, en las que, los que las propician, deben sentir el rechazo de la mayoría o el desprecio generalizado mas contundente y expresivo. Ya somos un pueblo con una Historia milenaria, como para que nadie pueda engañarnos, sean laicos o seglares. La fe es un asunto muy personal y el ateismo confeso, también. Vivámoslos desde la intidad y dejemos de joder al prójo.

 

Manuel Fernando González

Editor y Director

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