DÉBORA RAMÍREZ La nueva Ley Audiovisual ha traído consigo la posibilidad de que las operadoras de televisión se fusionen. La prera en apuntarse al carro de la fusión fue La Sexta que prero tanteo a Cuatro y más tarde centró su interés en Antena 3. Pero finalmente han sido Telecinco y Cuatro las que se han lanzado a la aventura. Tras meses de preparación, el pasado 24 de diciembre la cadena de Mediaset celebraba una Junta General Extraordinaria de accionistas en la que aprobaba la ampliación de capital de Telecinco valor de casi 500 millones de euros mediante la puesta en circulación de 86.817.700 nuevas acciones ordinarias para la compra de Cuatro y la adquisición del 22% de Sogecable. En esta Junta se nombró a Juan Luis Cebrián y a Manuel Polanco como nuevos consejeros de Telecinco.
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El día 28 de diciembre se firmó la operación que trajo como peor consecuencia el final de la emisión de CNN+, ya anunciado desde mediados de diciembre. Prisa explicó que este canal nunca fue rentable y ha hecho público que generó pérdidas de 40 millones de euros en los últos tres años. Además no pasó del 0,5% de cuota de pantalla. Pese a todo, el hecho de que su señal sea utilizada para emitir el canal de Gran Hermano 24 horas hace que muchos seguidores de la cadena se teman lo peor: que Telecinco acabe con la esencia de Cuatro e inunde la parrilla de realities.
La peor consecuencia la viven sus trabajadores. 190 personas de CNN+ más 170 de Cuatro viven momentos de incertidumbre y muchos de ellos despedirán el año sin empleo, una triste lectura de la fusión para el mundo del periodismo.
Los competidores también afilan uñas las consecuencias que pueda traer consigo la fusión. Desde La Sexta José Miguel Contreras asegura que estarán atentos ante cualquier riesgo que pueda sufrir la libre competencia en esta operación. La Sexta y Antena 3 coinciden en apuntar que la entrada de Digital + en el conglomerado atenta contra ella ya que supone la creación de un gran perio mediático en manos de los italianos de Mediaset.
A todo esto hay que añadir la entrada de la empresa estadounidense Liberty en el accionariado del Grupo Prisa, aprobada en Junta el 27 de noviembre tras meses de negociaciones. Esta operación suponía la entrada de una caja neta de hasta 868 millones a cambio del control accionarial de Prisa, ya que Liberty controlaría más del 30% de las acciones del Grupo, aunque la gestión seguiría en manos del Consejo de Administración de Prisa. De esta manera Prisa aliviaba un poco su deuda que asciende a 4.800 millones de euros. Aunque para ello también ha tenido que vender algunos activos como el 30% de Santillana. También intentó vender Media Capital aunque de momento la operación está paralizada. El últo moviento para conseguir caja ha sido la venta de su sede audiovisual de Tres Cantos valor de 80 millones de euros aunque manteniendo un contrato de arrendamiento para la producción de Digital +.
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