UNA ISLA PERDIDA EN EL MAR. ¡Zapata vive!

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Hoy es 23 de febrero. Es un día cualquiera. Para muchos la fecha no dice nada en lo absoluto. Lo contrario ocurre con otros. Para mí es un día de honda recordación, al igual que para muchos cubanos y luchadores la democracia y la libertad en este planeta azul.

 

Hoy se cumple el prer aniversario de la desaparición física de Orlando Zapata Tamayo. Dicho así, tan friamente, solo es un anuncio de alguien que ya no se encuentra entre nosotros. Nada más lejos de la verdad.

 

Cuando llegaste al Combinado del Este de la Habana la mayor prisión de Cuba y toda América Latina de inmediato los presos comunes que trabajan en el Hospital Nacional de Reclusos llegaron hasta mi celda para comentar, siempre en voz baja, tu estado crítico cde salud. Uno, no menciono su nombre pues desconozco si aún está preso y quizá eso lo perjudicaría, enfermero de profesión, me comentó: ‘¡Está muy mal, no creo que sobreviva! Apenas puede hablar. Está lleno de morados todas partes. A las claras se ve que lo han golpeado salvajemente’.

 

La información corrío como reguero de pólvora entre toda la prisión, pero todos estaban conscientes de tu comtamiento, de tu digna postura. Comentarios sobraban sobre ti. Los hechos lo confirmaron. Eras un tipo de pelo en pecho y cojones bien plantados. De arrojo y valentía. Así, sin más.

 

Tu sacrificio estremeció el cubil de los chacales que desgobiernan a Cuba desde hace más de 50 años. Los cientos se resquebrajaron y el edificio se tambalea en estos momentos. Los Castro están conscientes de ello. Nada es igual y todo ha cambiado en el panorama político cubano desde que te fuiste de este mundo.

 

Durante los pocos momentos que te tuvieron en el Hospital del Combinado del Este, la prisión estuvo al tanto de cuanto te ocurría, a pesar del hermetismo en que la Seguridad del Estado te envolvío. No querían que supieran de ti, del crímen atroz que estaban cometiendo sobre tu persona, de los métodos fascistas a pesar de estar en el siglo XXI utilizados contra un defensor pacífico de los derechos humanos.

 

Ningún médico quería responsabilizarse con tu atención sanitaria. Te llevaron al matadero como a las reses. Se ensañaron contigo humilde, sencillo, ser obrero, defensor de tu pueblo y negro. Eso no te lo perdonaron.

 

Extremas medidas de seguridad, guardias dobles en todos los pasillos y toda la  población penal encerrada con candados en sus celdas, fue el anuncio de que te sacaban moribundo del hospital. Pero siempre hay un ojo que te ve. Nada ni nadie pudo pedir que nos enteraramos.

 

Hoy, gracias a tu arrojo escribo estas líneas desde un destierro forzado, puesto. Después de ti, el ‘Coco’ Fariñas estuvo dispuesto a seguir tu camino y Las Damas de Blanco, esas mujeres todo amor y corazón, con su fe inquebrantable e indoblegables, han labrado el camino que de seguro más temprano o más tarde llegará para todo el pueblo cubano.

 

Por eso hoy y todos los días que me queden sobre este planeta te recordaré como el hermano de luchas, el hombre aguerrido y dispuesto, el amigo de la mano callosa de rudo obrero de la construcción, pero sobre todo de quien supo ver con diáfana claridad el final de la más feroz de todas las dictaduras que haya padecido el pueblo de Cuba.

 

Una isla perdida en el mar

JULIO CÉSAR GÁLVEZ

Periodista

Exprisionero de conciencia cubano del Grupo de los 75

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