Fukushima y Chernobyl ¿Está justificada la alarma mediática?

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Incluso desde la OMS se aseguró que el aumento de los casos de cáncer en la zona se corresponderían con el mayor consumo de tabaco o alcohol, y no la radiación directamente. Dicen que la historia se repite. Si hoy mirásemos las tadas de algunos de los periódicos de 1986 encontraríamos titulares que poco difieren de los actuales. El accidente nuclear de Chernobyl se convirtió en el centro de la atención mediática. Hoy la atención se focaliza en la central nuclear de Fukusha en Japón. El riesgo de fuga radiactiva y el incremento de los niveles de radiación son el tema que abre las cabeceras de la mayoría de los informativos en todo el mundo. Además, la situación que vive Japón ha hecho que los gobiernos comiencen a cuestionarse la utilización de la energía nuclear como una fuente de energía ‘segura’.

 

 

La posible fuga radiactiva tiene todos los componentes para convertirse en noticia, sin embargo, la alarma mediática que se ha creado parece que no se puede comparar a la de Chernobyl. Un ejemplo de que la situación parece estar ‘bajo control’ es una carta enviada a diversos medios de Comunicación de España, en la que varios españoles en Japón aseguraban que ‘la situación de inseguridad que se está retransmitiendo no se corresponde con la realidad’. De lo que sí se quejan es de la falta de asistencia de la embajada española en el país nipón.

 

Pero, ¿cuáles pueden ser las consecuencias reales de una fuga radiactiva? Según aseguraban fuentes del gobierno ucraniano a principios de la década de los noventa, el país más afectado el accidente nuclear de Chernobyl en 1986, ‘la salud de los afectados el accidente había empeorado sensiblemente, y los índices de mortalidad entre los voluntarios que participaron en los trabajos de rescate son de tres a cinco veces más altos que entre sus coetáneos’. Así mismo, se informaba que las investigaciones médicas en las regiones aledañas a Chernobyl mostraban que entre un 25% y un 54% de los niños sufrían enfermedades respiratorias, de los sistemas endocrino y cardiovascular y del aparato digestivo. Las autoridades ucranianas también informaron de que se habían registrado doce casos de tumores malignos de tiroides en niños, y se hacía una previsión de más de 500 casos para los siguientes veinte años.

 

Pero en 2005 la Organización de Naciones Unidas (ONU) hacía público un informe en el que se aseguraba que ‘desde aquel 26 de abril de 1986 se habían producido sólo 56 fallecidos, de ellos 47 liquidadores, los operarios enviados a apagar el incendio protegidos con sples mascarillas y guantes de goma, y de nueve niños que murieron de cáncer de tiroides’ recogía ABC ese mismo año. Así mismo, la ONU aseguraba que no se habían detectado casos de cáncer, malformaciones genéticas o infertilidad relacionadas con el accidente.

 

 

 

A tenor de la aparición de este informe, desde la propia Organización Mundial de la Salud, uno de sus máxos responsables, Michael Repacholi,  aseguraba que ‘los efectos en la salud pública no fueron ni con mucho tan graves como se temió en un principio’. Rapacholi aseguraba en una entrevista en ese mismo año 2005 al diario ABC que ‘no había ninguna evidencia científica de que las personas expuestas a bajos índices de radiación sufran riesgos de desarrollar enfermedades debido a la radioactividad de Chernobyl’.

 

Otros estudios acerca de la catástrofe de Chernobyl no eran tan positivos como las visiones de la ONU o la OMS. El contrapunto le puso Greenpeace, que aseguraba que el número de afectados la radiación superaría los 7 millones, mientras la ONU situaba esa cifra en los escasos 600.000. Así mismo, la disparidad de las cifras se hacían igual de evidentes entre los casos de cáncer relacionados con la exposición a la radiación, 50.000 según Greenpeace y 4.000 según la ONU. Sin embargo este últo organismo no había declarado ningún caso de cáncer relacionado con las radiaciones hasta el 2005.

 

Respecto a la actual situación que vive Japón, desde la OMS son cautos, aunque declaran que ‘dado que la cantidad de radiación liberada hasta ahora es bastante litada, los riesgos para la salud pública son pequeños‘. En las zonas situadas más allá de 20 km de los reactores Daiichi y Daiini de Fukusha, no se considera que haya aumentado el riesgo para la salud, asegura la OMS.

 

Seguiremos informando…


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