Desaire del Gobierno a los madrileños

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Había buen rollo en la fiesta. Exquisiteces de la región regadas con caldos de Madrid.  Cordialidad entre contendientes que esperemos se mantenga en las dos semanas de campaña electoral. La tradicional recepción en la Puerta del Sol con motivo del Dos de Mayo fue de las más multitudinarias que se recuerdan. No cabía un alfiler en la sede del Gobierno Regional entre los más de 1.500 políticos, periodistas, actores, toreros, personajes del mundo de la cultura, el espectáculo, la sociedad civil y los clásicos profesionales del canapé que nunca fallan en este tipo de actos. Pero en contraste, no hubo un sólo ministro. No estaban, aunque se les esperaba, al menos a alguno de ellos, en representación del Gobierno. Siempre ha sido así. Ni en los ocho años de presidencia de Esperanza Aguirre, ni en los de gobiernos anteriores había faltado nunca un ministro a los actos institucionales del Día de la Comunidad, un feo que la propia Aguirre se encargó de recordar y para el que no se encuentra justificación, salvo que dan perdido Madrid como se comentaba en los corrillos. No era, desde luego, el mejor día para los socialistas. La EPA les acababa de fastidiar el fin de semana con unos datos demoledores de casi cinco millones de parados. Y para terminar de aguar el puente, el lunes amanecía con la publicación de sendas encuestas en El País y Público, dos medios amigos, augurando pésos resultados para el socialismo en Madrid. Así que optaron hace mutis el Foro y dejar solos a Jae Lissavetzky y Tomás Gómez, que tuvieron que tragar lo indecible para tratar de justificar el plantón institucional, pues la espantada del Gobierno de Zapatero sólo se entiende en el deseo de escurrir el bulto cuando vienen mal dadas, en hacer un desaire a Esperanza Aguirre, o ambas cosas. Lo malo es que el desaire del Gobierno no es a Esperanza Aguirre, es a todos los madrileños, lo que no puede quedar en la anécdota de la fiesta ni en el enfado de la Presidenta. Sería deseable una disculpa, o al menos una aclaración convincente que justifique qué nadie acudió a los actos institucionales, que no son actos de partido. Por lo demás, el cla reinante denotaba las buenas relaciones internas que goza el PP en contraste con épocas pasadas. Qué tiempos aquellos en los que la recepción del Dos de Mayo despertaba el morbo del desencuentro entre Gallardón y Aguirre. Por no haber, ni siquiera hubo besamanos de la Presidenta. Ya ni el jamón sabe a jamón…

Alberto Castillo

Director de Gente en Madrid

http://www.gentedigital.es/blogs/sinacritud

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