Me apunto a un gimnasio

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La moda de ir al gnasio hace furor. Muy bien: me apunto a un gnasio y ¿luego qué? Los que vayan prera vez se sentirán totalmente desorientados e incluso ridículos. Salvo que esté allí prescripción facultativa alguna razón médica concreta, hasta puede pensar: “Pero quién me mandará meterme a mí en esto. Todo el mundo en sus máquinas, tan expertos, y yo, un pardillo haciendo el ridículo”. Estas sensaciones habrán vivido muchos, más o menos parecidas, cuando hayan pisado alguna vez un gnasio, máxe si no han ido acompañados de algún compañero o amigo.

 

Otros, sin embargo, los más expertos, se pasan la vida en él. Se diría que no trabajan, ni tienen familia ni vida social. Sólo, vigorexia. Además la oferta de tipos de ejercicios y de modalidades suele ser amplísa. Si hay buenos profesionales, el gnasio es una muy buena alternativa para mantenerse en forma.

 

Al empezar es conveniente tener una breve conversación con el personal cualificado sobre lo que queremos hacer y conseguir y él nos dirá cómo y nos ayudará o si no es posible tal motivo, nos sugerirá alternativas. Hay que distinguir entre si se desea adelgazar o muscular. Hay que aprender a realizar los preros días ejercicios de calentamiento. Y consultar siempre cualquier duda con el monitor para evitar hacerse daño.

 

Así, poco a poco, irá pasando el tiempo y seremos nosotros los expertos y veremos entrar de vez en cuando algún que otro novato. ¿Y si sólo va a ligar? Pues él se pierde los grandes beneficios que se pueden alcanzar en un gnasio llevado personal cualificado. Claro, si gozas de esto últo y también puedes conseguir lo otro, pues mejor que mejor.  Eso ya depende de ti. No necesitas consultar al monitor.

 

Mayka Sánchez

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