Monseñor Piris, además de Obispo de Lleida, es un conductor temerario que se ha confesado en público en la pastoral que cada domingo dirige a sus feligreses. “Confesso que a mi m’agrada córrer a la carretera i, per això, jo també sóc un dels milers de conductors als que han posat una multa per excés de velocitat”, ha dicho. Palabras que no traduzco que no quiero que se pierda la esencia de las mismas. A mi me parece bien que los curas confiesen sus pecados en voz alta y hasta comprendo que al prelado le guste correr, lo que pasa es que hoy me pilla en un mal día para reírle la gracieta que tengo a mi hijo en el Hospital Clinic de Barcelona con una clavícula rota y el omoplato hecho trizas, además de acumular otros golpes y contusiones todo el cuerpo como consecuencia de un accidente de moto en el que un coche se lo llevó delante en un cruce, no respetar ambos los cambios de semáforo. No es la prera vez que le pasa que, como Monseñor, es un obseso de las motos y de la velocidad, y eso, antes o después, se paga y muy caro. Me agino, que en este fin de semana, mas familias como la mía, lloran a los más jóvenes que un despiste o una prudencia los ha apartado de nuestras vidas. Solo cuando pasan estas cosas, nos damos cuenta de que el slogan “PONLE FRENO” que mi amigo Pedro Aparicio les coloca al final de sus artículos en PR Noticias merece la pena tenerlo muy en cuenta y sobre todo, hacer apostolado con él. Espero que la próxa semana, si Don Joan Piris se lee este articulo, modifique el contenido de su prédica y nos regale a los padres con hijos accidentados, con una dura diatriba contra esta sociedad tan permisiva con el mayor azote de nuestros tiempos: la velocidad.
Manuel Fernando González
Editor y Director
y ponle freno…….