He decidido incluir, dentro de mi blog, una serie que he llamado En la Trastienda, y que enlaza con mi prera entrada en el blog. Mi breve pero intensa experiencia con los medios de comunicación me hace reflexionar sobre su papel con bastante frecuencia.
Cuando acudos a cualquier lugar, sea un negocio, un centro de ocio, una oficina de la administración u otro tipo de entorno, únicamente vemos y observamos la fachada del entramado, sin embargo hay mucho detrás que se nos escapa.
Hace años, lustros más bien, me pasé un entretenido verano laboral trabajando en el parque temático de Disneyland París, muestra perfecta del contraste entre lo visible y lo real. Tanto para los que lo conozcáis como para los que no, el parque es una perfecta maquinaria de ocio. Cierto que ocio de cartón piedra, orientado supuestamente a la infancia, cuando en realidad su intención es engancharse en el bolsillo de la generación adulta. Lo que vemos es agradable, atracciones cuidadas, sonrisas permanentes en los empleados Disney, un mundo de diversión y escapismo donde desconectar de todo, menos de Disney, claro está, durante unas horas.
La trastienda tiene bastantes más claroscuros; sueldos bajos, en aquella época el salario míno francés, cosa que no creo haya cambiado mucho, entorno laboral un tanto opresor, alojamientos Disney para empleados a precio casi de Campos Elíseos, y un extraño híbrido empresarial cruce de lo estadounidense y lo francés que no tenía desperdicio para con el trabajador.
Fue una buena experiencia, nunca me he arrepentido, aprendí muchas cosas aparte del francés, y me permite opinar sobre aquello con la perspectiva de haber estado en ambos lados de la valla.
Con los medios de comunicación españoles, salvando las distancias, me pasa un poco lo mismo. Mi periplo los mismos durante mi etapa como tavoz del sindicato mayoritario de controladores aéreos me puso en contacto con cientos de personas que de otro modo yo nunca me habría cruzado en mi camino.
Cuando eres mero lector de los diarios, oyente de la radio o telespectador, tiendes a creerte lo que te cuentan, con tu toque de escepticismo y de crítica, pero no eres desconfiado naturaleza. Cuando lo padeces en prera persona cambia completo la percepción.
Anécdotas hay cientos, y en general, es mejor tomárselas con cierto sentido del humor para no hacerse mala sangre pero ello no pide un poso de amargo sabor final.
¿Es concebible que un entrevistador le diga al entrevistado que como tiene buena planta y habla tan bien casi le cree? Sí, señores, bien posible que es.
¿Existen las tertulias teatralizadas donde los participantes se comtan como en una corrala del siglo XVI solo que con un empobrecido vocabulario y deterioradas maneras?
Sin duda. En cierto programa de altísa audiencia del fin de semana, alguna de sus tertulianas clasifica a los invitados en conmigo o contra mi con total desparpajo ante la regidora cuando esta le cuenta quienes son los invitados. Cuando lo escuché no supe si reír o llorar y opté callar.
Hay otros programas, ya desaparecidos, donde te mienten y te prometen un trato profesional y ,mientras te entrevistan, ves el rabillo del ojo como alguien enciende al público para que prácticamente te abucheen.
No menos gracia tuvo el fotógrafo de cierto “periódico” de Cataluña que tras hacerte una sesión fotográfica que ni a Lady Di en sus buenas horas, publica una foto, alterada, donde Gollum a tu lado es el chico guapo de la clase.
¿Es de recibo que una periodista que gana, al parecer, más de un millón de euros te diga a la cara y en directo que no te quejes de un recorte de derechos que ganas mucho? ¿Qué hubiera opinado ellas si su cadena amiga le hubiera pisoteado el contrato y le hubiese doblado los programas de la noche al día?
¿Se justifica que otra radiofónica estrella te critique en su programa después de entrevistarte haberle llevado la contraria? ¿Y que lleguen a mofarse de ti con insinuaciones sobre tu vida privada? Pues eso y más está, estuvo, a la orden del día.
Hay miles de detalles donde he tenido que vivir en prera persona la manipulación informativa, o siendo más suave, la matización informativa. No se trata del fondo del tema en cuestión, en este caso el conflicto laboral de los controladores, me temo que estas formas son patente de corso con todas aquellas noticias de actualidad susceptibles de ser utilizadas con un enfoque político, es decir económico.
Nos quejamos mucho de los políticos, y de la telebasura, pero creo que tendríamos que ser también más exigentes con otros formatos, empezando con los informativos y continuando con ciertos “consagrados” de la comunicación. Su responsabilidad y su pacto en la sociedad son mucho mayores de lo que puede parecer.
En la base de los medios me crucé con profesionales jóvenes, en general mujeres, llenos de ilusión y de empeño profesional, mientras que en las altas esferas con demasiadas estrellas endiosadas alérgicas a todo tipo de crítica.
No quiero que se interprete esta reflexión como un ataque despiadado a los medios de comunicación, a los cuales sigo agradecido habernos dado un altavoz para hablar, ya no tan agradecido como en ocasiones desvirtuaron nuestro discurso. Splemente, como he visto su trastienda, y puedo hablar con conociento de causa creo que otro periodismo es posible.
Se me quedan cosas en el tintero así que ya trastearemos con la trastienda de nuevo.