Que las virtudes son buenas parece fuera de toda duda. Que hay unas mejores que otras, creo que también. Que la humildad es quizá la que mejores resultados da, es algo que yo no dudo. Ser humilde es la antesala que nos permite llegar al éxito, con la ayuda y la satisfacción de los demás, que nos ven triunfar. Bueno, no todos.
Claro que también se puede triunfar sin ser humilde y pisando callos. Tenemos muchos ejemplos de ello. Pero a esa gente en cuanto se tiene ocasión se le pone la zancadilla y algunas de esas caídas son históricas.
Yo soy de los que piensan que en el mundo de los negocios hay que manejarse con humanidad, humildad y compartiendo nuestros éxitos. No hay que ser avariciosos, hay pastel para todos.
Hace unos meses, en una reunión en networking, uno de los asistentes comentó todo orgulloso que le habían hecho una entrevista en una pequeña radio especializada. Yo tenía dos opciones: darle la enhorabuena o hacerle sentirse pequeño. En esas fechas, a finales de año, a mí me habían entrevistado en más de seiscientas emisoras de radio de toda España. En vez de restregárselo la cara y decirle que comparase las suyas con las mías, le dije que me parecía excelente, que había tenido una suerte inmensa y que ya me gustaría a mí que me hubiesen entrevistado en esa emisora, que más que lo había intentado nunca lo había conseguido.
Lo cierto es que si a mí me hacen muchas entrevista en la radio (en septiembre, durante los diez preros días, me han hecho más de treinta), es que he desarrollado un método que funciona. Pero que unas veces funciona mejor y otras peor.
El método se basa en tres pilares. El prero es trabajar mucho, trabajar mucho y trabajar mucho. Menudo secreto. El segundo pilar es la humildad, pensar que muy buen método que tengas algo puede fallar y que hay que estar preparado para ello. O asumir que te has equivocado, que también me ocurre. El tercer pilar es el que explico en mis seminarios.
A ese compañero de networking seguro que le había costado mucho conseguir esa entrevista, que era un hito en su carrera, y a mí me costó muy poco darle a entender que sentía una tremenda envidia él. Él sabía perfectamente que los medios no se me dan del todo mal y seguro que agradeció mi apoyo. Creo que hice bien. Prero que no me creé un enemigo, algo tante en este mundo de hienas donde todos intentan comerse a todos sin darse cuenta que tenemos espacio suficiente para todos. Y segundo que le demostré que su trabajo era tan tante, o probablemente más, que el mío.
Juanma Romero
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