El periodismo es un oficio que obliga a quien lo ejerce y siempre exige ser especialmente escrupuloso a la hora de practicarlo en la medida en que fabrica ideas que destina a los ciudadanos y estos deben merecer el mayor de los respetos. Es una cuestión de sensibilidad, aunque en demasiadas ocasiones en nuestra profesión la sensibilidad escasea.
En momentos en el que las condiciones económicas no son las más gratificantes y en donde se exige control del gasto y honestidad en la práctica de las responsabilidades de cada uno, especialmente en aquellas actividades públicas como la política o el periodismo, me ha sorprendido muy favorablemente el hecho de que el diario El País señalara en su crónica de A. MARS que la cobertura informativa del VII congreso organizado la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE) en el Palacio Euskalduna de Bilbao, que esta se realizaba gracias a que el CEDE “ha costeado el desplazamiento de varios medios, entre ellos EL PAÍS”.
El ejercicio de esta buena praxis parte del diario del grupo Prisa coincide con situaciones chuscas e inaceptables como son el que el presidente del gobierno vasco viajara a Nueva York con un séquito de más de treinta persona, más media docena de periodístas, a gastos pagados, para que cubrieran la expedición a mayor gloria del político. O también, el reciente viaje a Bruselas de varios presidentes de comunidades autónomas, algunos de ellos en compañía de sus esposas, miembros de sus gobiernos y “periodistas de cámara”, igualmente a gastos pagados.
Bueno seria que la iniciativa de este periódico y de este periodista se extendiera al resto de la profesión y pudiéramos conocer así lectores, oyentes y espectadores lo que subyace detras de todo trabajo profesional.
Carlos Díaz Güell, es editor, profesor de la UCM y consultor de comunicación empresarial