La fusión absorción de Antena 3 y La Sexta se ha producido la últa semana del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Una coincidencia que no viene más que a confirmar el interés del saliente Ejecutivo el sector audiovisual. A lo largo de sus años al frente del Gobierno se han producido una serie de despropósitos que han generado un mercado aún más concentrado que en 2003.
Hace unas horas el Ejecutivo ha aprobado la transmisión de la licencia presentada Antena 3, según su comunicación se ‘ha comprobado que la misma reúne todos los requisitos exigidos la Ley General de la Comunicación Audiovisual, entre ellos la exigencia de garantizar el pluralismo en el mercado audiovisual televisivo, ya que la operación societaria no plica, actualmente, la superación del límite de audiencia establecido la citada Ley’, señala el dictamen del Ministerio de Industria. Ahora sólo resta la autorización de la Comisión Nacional de Competencia (CNC).
Esta es la disposición final de un Ejecutivo que durante sus siete años en la Moncloa han provocado un carrusel de cambios en el sector audiovisual. La mayoría de ellos pulsados bajo la excusa de la pluralidad informativa, pero que en definitiva sólo han generado más concentración del mercado. La historia comenzaba en 2005 con la concesión de los multiplex, un moviento con el que se favorecía con cuatro señales a Antena 3, Telecinco, Vocento, Unidad Editorial y además a Sogecable y La Sexta. Todos podían tener una tele. No taba que luego no pudiesen mantenerla.
La idea era que en un plazo de cinco años todos estos grupos enriqueciesen sus ofertas programáticas para que en 2010 se realizase finalmente el apagado analógico. Técnicamente el proceso fue pecable, pero los contenidos nunca terminaron de convencer. Y llegó la crisis. A mediados de 2008 convivían en la TDT más de 25 cadenas de alcance nacional y otras tantas autonómicas y locales que a duras penas se repartían la tarta publicitaria.
Era el paraíso de la pluralidad televisiva, aunque sólo en número de frecuencias que la realidad indicaba que las cadenas pequeñas no tenían ni anunciantes ni participación real en el share. En medio de este ya revuelto panorama y sin resolver el tema de la viabilidad de muchas cadenas que ya tenían licencias de las diferentes administraciones, llegó la crisis de la publicidad que comenzó a asfixiar sus ya alicaídas cuentas.
Y nuevamente intervino el Ejecutivo con una batería de medidas que buscaba dar un balón de oxígeno a todas las teles, para seguir respetando esta pluralidad. No obstante, al conocerse los objetivos de la nueva Ley Audiovisual quedó rápidamente claro que la ayuda sería solo para los más grandes. Después de largas discusiones en enero de 2010 se retiró la publicidad de TVE, en esos momentos el tercer actor más tante del mercado publicitario con cerca del 30% de los ingresos.
Con ello se liberaban ingresos para que el mercado publicitario fuera más justo y se repartiera entre más manos e incluso llegase a otros sotes. Pero en sólo tres meses los datos revelaron que los recursos liberados TVE se quedaron en los dos grandes grupos privados: Telecinco y Antena 3.
La segunda gran medida del Ejecutivo de Zapatero para salvar al sector fue la aprobación de la normativa para autorizar las fusiones. Pocos meses después de la puesta en marcha, Telecinco anunciaba en diciembre de 2009 la fusión absorción de Cuatro, dueño hasta ese momento de poco menos de la déca parte de la tarta publicitaria. La ecuación se ha completado dos años después y en la recta final del mandato de Zapatero con la fusión entre Antena 3 y la Sexta. Entre sólo dos empresas ahora reúnen el 85% del mercado. Hace siete años cuada uno apenas se quedaba con el 25%. Sin ZP tenían dos canales y ahora tienen ocho.
Pero las medidas no pararon. También se aprobó una conflictiva norma que permitía a las cadenas de difusión nacional alquilar sus señales de multiplex, derogando la obligatoriedad de pertenecer a la compaña concesionada para compartir señales. Esta normativa terminó sepultar cualquier obligatoriedad para emitir contenidos de calidad y junto con la crisis, llevó a las cadenas outsiders a Telecinco a convertirse en meros arrendadores de licencias dejando la puerta abierta a las grandes mayors internacionales como AXN, MTV o Disney Channel, que se han quedado con canales a precio de saldo.
¿Y la últa? Otro fracaso. La ley que aprobó la TDT de pago como medida urgente en agosto de 2009. El objetivo oficial era dar nuevos recursos a las cadenas para que rentabilizasen sus inversiones, aunque en realidad era sólo una ayuda extra a Jaume Roures para que pudiese comercializar sus derechos detivos en el canal Gol TV, el prer canal de pago en España que en teoría abriría la puerta una especie de plataforma de televisión de pago low cost. Dos años después sólo 348.506 personas tienen TDT de pago y sólo tres canales emiten el sistema: GOL TV, AXN y Canal Plus 2. Todos sin éxito.
Conclusión: la política audiovisual de Zapatero ha sido un fracaso que ha logrado exactamente todo lo contrario de lo que prometía. Siete años después de llegar a la Moncloa el panorama audiovisual es exactamente opuesto a los ideales de pluralidad, riqueza y objetividad prometidos. Hoy las televisiones son las mismas que en 1991, con muchas residuales que malviven y con unas autonómicas agonizantes. Y lo que es peor… Sin ninguna solución a la vista.
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