Está visto que Rubalcaba ha perdido su reconocido olfato político. El otro día hizo coincidir la presentación de su candidatura con la putación de Urdangarín, y claro, se llevó la peor parte mediática. No obstante, dijo algo que, interpretado desde Catalunya, tiene su no se qué. “Compañeras y compañeros decía con indisulada vehemencia el PSOE debe volver a ser un partido de mayorías y un partido nacional, el que vertebra a España, que dice lo mismo en todas las comunidades autónomas y los ciudadanos lo reconocen”. O sea, decos nosotros, recogiendo el guante dialéctico, que el PSOE ha de ser y decir lo mismo en Catalunya que en Madrid, en Bilbao que en Sevilla, en Santiago de Compostela y en Valencia. No está mal, si tenemos en cuenta que, ejemplo, PSC y PSE son dos formaciones hermanas pero estatutariamente independientes y que a los Patxi López, Barreda o Griñán no les va a poder callar la boca de momento. Por eso, los socialistas catalanes en bloque no asistieron al miting de Don Alfredo, y mucho me temo, que ese camino los sociatas españoles caminan a su refundación con dolorosas secesiones en su estructura estatal. Todo un lío para los comentaristas políticos y también todo un estímulo para los partidarios de partidos nacionales fuertes, en unos tiempos, en los que las autonomías parecen cotizar a la baja, casi tanto como los puestos de trabajo de los funcionarios, que algunos dirigentes políticos ya consideran un privilegio, en una sociedad, que llevada hasta la asfixia económica, está a punto de convencerse que los derechos sociales conquistados tras muchos años de lucha y sacrificio de los trabajadores, deben ser abandonados que a los Señores de Bilderberg o a sus hijos más queridos los financieros agazapados tras las tenebrosas Agencias de Calificación les parece algo ya pasado de moda o inviable. ¡Ay, la vieja Europa! ¡Ay, querido Rubalcaba! ¿Quo vadis?
Manuel Fernando González
Editor y Director