De cacas, pises y medios de comunicación

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Los medios de comunicación de este país llevan mucho tiempo dedicando un espacio preferencial a la pra de riesgo, a la deuda soberana, a la crisis financiera, al hundiento de la economía, a los elefantes, al futbol…, vamos a cosas tantes, dejando al margen asuntos menores de nuestras vidas cotidianas que cuando se vive en sociedad, también tienen su tancia.

 

Por eso reivindico que de vez en cuando los periódicos, las radios, las televisiones o cualquier otro medio de comunicación vegetal, digital, audiovisual u holográfico, le dediquen más espacios a la vida ordinaria y si se quiere insignificante de quienes nos ha tocado vivir en una sociedad de cerca de 47 millones de individuos.

 

Un ejemplo. ¿Queda alguien en España que en algún momento de su existencia no haya pisado una caca de perro, también llamada excremento, deposición, mierda, boñiga, zurullo, ñordo, mojón, lagaña, hez o zurraspa? ¿No es ese un problema que requeriría el interés de los medios de comunicación, al menos en igual medida que las actividades del yerno del monarca?

 

Hoy se esta que existen en España cerca de 12 millones de hogares que tienen una mascota en su domicilio, lo que significa que un 37% de los hogares tienen como inquilino a un anal de compañía, lo que no significa necesariamente que en las sociedades modernas hay mucha soledad. El dato plica que al menos una vez al día una buena parte de los spáticos anales inundan nuestros espacios públicos para mear y cagar, siendo las más de las veces que tal cantidad de detritus permanece en nuestras calles, a pesar de que nuestros responsables municipales regalan a sus dueños bolsas de plástico para recoger los despojos de su digestión y que cierto pagamos también los que no tenemos a tan ilustres analitos viviendo con nosotros.

 

Las estadísticas, que mienten más que hablan, dicen que en seis de cada diez hogares españoles hay una mascota: nada menos que 9 millones de españoles tienen una, siendo mayoría los de raza canina. Y puestos a cavilar, ¿alguien se atrevería a calcular la cantidad de deposiciones sólidas y líquidas que tan inmensa cantidad de colegas son capaces de realizar en nuestras calles y plazas?. Y ya puestos, ¿alguien se atrevería a calcular el número de “ciudadanos” –las comillas son para resaltar lo contradictorio del término que no se dignan doblar los riñones para recoger el reggaeton de su mascota con la segura esperanza de que la pisemos usted o yo o que aparezca el de la moto y la succione con su aspiradora móvil que cuesta un ojo la de la cara?

 

Las calles de las grandes ciudades de este país están llenas de mierda de perros que sus indeseables dueños no las recogen que no les da la gana y en algún momento los medios de comunicación de este país le tendrán que dedicar un espacio, aunque sea pequeño, a este tipo de cuestiones menores y mucho menos tantes que la guerra de Afganistán o la nacionalización de YPF el gobierno argentino.

 

Por orinar en la vía pública, algo a lo que son muy aficionados algunos profesionales del volante, la norma pone una sanción de 300 euros, que es la cantidad máxa establecida para las sanciones leves. Nadie propone algo silar para cuando un perro miccione en la vía pública, pero alguien se tendrá que poner a pesar que hacemos cuando la soledad nos invada a los habitantes de este país, se multiplique dos el censo de mascotas y continúe bajando el nivel de educación de la ciudadanía.

 

Carlos Díaz Güell es editor de Tendencias del Dinero e innovaspain.com, profesor de la UCM y consultor de comunicación empresarial

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