El rescate de Bankia debe hacerse sin perjudicar a sus accionistas

luis_aparicio
Publicidad

Bankia salió a Bolsa el pasado mes de julio perativo legal. En medio de la tormenta griega, a capón, forzando la red, buscando dinero debajo de las piedras, de acuerdo al diseño del Banco de España y del Gobierno socialista para sanear la hasta hace poco exclusiva banca española. Ahora que se acomete su rescate, ese inversor que fue finalmente engañado no debe pagar con el valor de sus acciones. El Gobierno debe diseñar una salvación de la entidad que no ahogue a un inversor manipulado.

 

Podemos seguir jugando a la tontería de si debe entrar o no dinero público en el capital de la banca. Suena bien el discurso de que el Estado tendrá que meter en Bankia el mismo dinero que recortará en Sanidad y Educación, pero eso es una sandez. Por supuesto, que tiene que salvar Bankia o 10 millones de clientes se quedarían sin dinero y tendrían que ponerse en la cola de los acreedores. Por eso se salvan siempre los bancos, excepto los pequeñitos en los que se paga el dinero del Fondo de Garantía de Depósitos… y a quejarse a las puertas del bello edificio del Banco de España.

 

También se salvó hace una veintena de años a Banesto y se hará siempre con todas las entidades grandes que pongan en peligro el dinero de millones de personas y los cientos de efectos colaterales de una situación tan extrema (basta recordar la reciente quiebra de Lehman Brothers). Salvado este escollo que hará correr inútilmente ríos de tinta y océanos de demagogia, me gustaría centrarme en los pequeños accionistas de Bankia que rondarán el medio millón y que fueron llevados casi de forma premeditada a este cadalso. Si Bankia no tuviera accionistas, todo sería mucho más sencillo, pero en julio del pasado año y de acuerdo a una estrategia del Banco de España y del Gobierno socialista se involucró al pequeño ahorro en este engendro bancario en un país empeñado en poner parches y no solucionar los problemas.

 

Se podía haber tomado el ejemplo de otras economías, como Estados Unidos que ayudó a la banca a cambio de capital y ahí está el Tesoro americano recibiendo con beneficios el saneamiento, en vez de inventar artificios que acaban como acaban.

 

En esto consistía el tapón que pusieron a la sangría del ladrillo que azotaba especialmente a los grandes de Bankia (CajaMadrid y Bancaja): “Bankia debe elevar su capital principal (core capital) hasta el 10% si no se materializa la salida a Bolsa, lo que se traduce en un te míno de 5.775 millones de euros. Si cotiza, basta con el 8%, lo que reduce la necesidad de capital a 1.795 millones”. La diferencia la tenían que poner inversores institucionales (40%) y pequeños (60%) con la salida a Bolsa del valor.

 

El ingenio plicaba, pues, a los pequeños accionistas en una operación arriesgada y no se dice a toro pasado, ya que se sabía de la dificultad de la entidad desde un principio. Eso sí, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se lavó las manos como en otros casos exigiendo que el tramo minorista, el de los pequeños inversores, no superase ese 60%, ya que con una red de sucursales monumental y pese a la dificultad de la operación, no se quería que los pequeños pusiesen todo. Aunque el tiempo pasa a gran velocidad, es fácil recordar lo que costó convencer a los grandes inversores para meterse en Bankia, lo que hacía peligrar la operación en puertas de realizarse.

 

No ha pasado ni siquiera un año y ha ocurrido lo evidente. Es necesario rescatar a Bankia y poner en la calle a su cabeza visible, Rodrigo Rato, que no podido en este periodo de tiempo dar claridad a una operación con unos activos muy dañados y en un contexto económico complicadíso.

 

Mientras tanto, el auditor no quiso firmar las cuentas, pero eso no pedía que hasta hace dos días se hablase de que Bankia tenía previsto repartir 152 millones entre sus accionistas, la mitad de su beneficio de 2011 y que su consejero delegado, Francisco Verdú dijera siete días después de su salida a Bolsa que “el dividendo de Bankia estará en línea con los mejores del sector”.Evolución, resultado que debería hacer reflexionar al Banco de España sobre su supervisión y su interés en que las cajas saliesen a Bolsa. En el caso de Unn, el BBVA hará la digestión sin más problemas, y La Caixa ha salvado de un problema parecido a los titulares de Banca Cívica pero en el de los accionistas de Bankia, el nuevo Gobierno debe ser muy cuidadoso para no perjudicar a los socios y darles la esperanza de que algún día podrán recuperar el dinero invertido.

 

Este cuidado al accionista en el proceso de recapitalización responde a la necesidad de ser justos. Porque en esta salida a Bolsa, como casi en ninguna otra, las cartas de la partida estaban ya marcadas.

 

LUIS APARICIO

Director de Contenidos de INVERTIA

www.invertia.com

 

Publicidad
Publicidad
Salir de la versión móvil