¡La SER, qué pena!

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Da pena, mucha pena. Lo que estamos viendo estos días en los diferentes grupos periodísticos que hay en España. Igual que en el resto del país, se pierde empleo. No son una excepción.

 

Sin embargo, en ocasiones esa pérdida podría evitarse si los directivos no ganasen tantos millones de euros, hiciesen mejor la gestión que se les ha encomendado y tuviesen que responder de ella en los juzgados.

 

Pena me da ver a los compañeros de la SER en huelga un ERE que va a llevar a muchos de ellos a la calle. No es la prera vez. Si se sigue repitiendo el error y la situación empeora, quizá sea el momento de cambiar al conductor de ese vehículo que podría pasar de ser un trasatlántico a convertirse en una patera que hace agua.

 

Durante años admiré a Juan Luis Cebrián como periodista, incluso me leí “La rusa”. Pero ya no le admiro, ni como periodista ni, supuesto, como gestor.

 

Como periodista se ha olvidado de los fundamentos de la profesión y como gestor ha demostrado una tremenda incompetencia.

 

Sé que esto que digo puede suponer que no me vuelvan a invitar a ningún programa de la Cadena SER, y eso duele. Pero más duele ver a decenas o cientos de familias quedarse sin trabajo la mala gestión de algún iluminado que se puede pasar las vacaciones en cualquier país del mundo sin preocuparse de lo que gasta o deja de gastar.

 

Claro que a los de El País nadie se atreve a toserles. Pero la gestión ha sido nefasta. Peor, creo que es posible.

 

Como editor de Canal 24 Horas de TVE en turno de noche, durante años he convivido con los compañeros de CNN+, el canal todo noticias del grupo PRISA ( bueno, PRISA, Sogecable o lo que sea, que uno con tanta ingeniería financiera y empresarial se pierde). He convivido con ellos y me precio de haber dado antes las noticias que ellos, casi siempre.

 

Cuando desapareció el canal no sentí alivio ni alegría que me quedaba sin competencia. Sentí congoja y decepción. Congoja pensando en los cientos de personas que se iban a ver afectadas la mala gestión de unos empresarios que, les guste o no, van a acabar en una caja de pino igual que los demás. Y pena que me quedaba sin una referencia tante, sin poder comparar mi trabajo con el de ellos y sin tener posibilidad de competir.

 

Así es más aburrido. Pero el aburriento no es lo más tante. Antes que periodista, mucho antes, me precio de ser persona. Lo más tante es la perdida de empleos, las familias que no van a llegar a final de mes y que no entienden que se haya contratado a una estrella, según cuentan, dos millones de euros en dos años, como si los profesionales de esa Casa fuesen unos inútiles.

 

Lo peor de todo es que no son los únicos. Hay muchos casos más de medios de comunicación que cierran o despiden a muchas personas contabilizándolas como números y no como almas. Esa es la pena. Que nuestro país vaya mal no es excusa para empeorarlo.

 

@JuanmaRomeroTV

 

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