Defendamos nuestra labor de consultores

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Andrea Rodríguez–Miñón es Consultora de Comunicación en la agencia Grayling. Cuando empecé a trabajar en consultoría de comunicación mucha gente de mi entorno, como familiares y amigos, no entendía la diferencia entre ésta y otras disciplinas como la publicidad o el g. Ni siquiera entendían qué se añadía el complejo concepto de “consultoría” a algo mucho más sple y cercano como la “comunicación”. Y no me extraña que lo cuestionasen pues al mismo tiempo que trataba de hacerles comprender en qué se basaba mi trabajo, yo también fui aprendiendo las claves de la consultoría de comunicación: un proceso que consiste en identificar las necesidades del cliente, aplicar el conociento y la experiencia, y ofrecer una solución o estrategia para obtener los mejores resultados a largo plazo. Dicho así puede parecer una disciplina difícil de llevar a cabo pero, en realidad, es un proceso que, en definitiva, ata un valor añadido a las acciones que se desarrollan como consecuencia de un proceso de análisis previo. Es el trabajo de profesionales que buscan asesorar a las empresas en su estrategia de comunicación para que obtengan los mejores resultados de negocio.

 

 

Durante este tiempo de evolución también he ido aprendiendo que algunas empresas buscan soluciones rápidas. No están interesadas en recibir un análisis y conocer cuáles son las necesidades y las estrategias que se deben plantar que quieren resultados a corto plazo, sin tar la ausencia de un plan desarrollado, que busque resultados consistentes en el tiempo. Su actitud es, muchas veces, fruto del desconociento. Pero realmente el peligro está en que, ante esta demanda parte de algunas empresas, las agencias de comunicación pueden determinar que es más rentable para ellos procionar esta receta con efecto inmediato que otra más costosa y elaborada.

 

 

Por ello, se deja de analizar y se ejecuta una solución estándar, diseñada para ser repetida fácilmente, sin atar elementos diferenciadores. Acaba convirtiéndose en una plantación repetitiva que no se adapta a las necesidades reales de la empresa y que, finalmente, requerirá nuevas acciones de comunicación no haber dado respuesta a las necesidades reales. Por eso es tante que nos esforcemos en demostrar a nuestros clientes que una buena estrategia de comunicación debe basarse en el análisis previo de las necesidades y la elaboración de un plan que ate continuidad con el fin de obtener resultados positivos estables. No debemos caer en la tentación de buscar la rentabilidad a corto plazo y asumir que debemos ser ejecutores ante la demanda inicial del cliente pues nuestra labor es asesorar a las empresas en cuáles son las mejores soluciones para su negocio.

 

 

Grayling es miembro de Clubagencias.com 

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